Hace unas pocas semanas, se cumplieron los diez años desde que Carles Capdevila me ofreció una columna semanal en el ARA. El ya fallecido Carles, gran persona y profesional, me dijo que el espacio era libre, y abordara el tema que desease. “Apostamos por la pluralidad”, me dijo, “sabemos que en muchos aspectos económicos y políticos piensas de forma distinta a la línea editorial del rotativo”, pero eso es precisamente lo que queremos. Otras voces, otras perspectivas.
Más adelante, tanto Esther Vera, Ignasi Aragay como Toni Güell siguieron confiando en mí y mantuvieron esa mano tendida a la libertad de opinión y pluralidad. El ARA nunca me ha coartado una sola palabra, opinión o tema. Me ha dado libertad absoluta. Por eso puedo decir que el ARA es un diario libre, plural y profesional.
Mantener a un columnista diez años es también demostración de lealtad, de compromiso, incluso de magnanimidad porque, tras aproximadamente 500 columnas, es fácil perder comba, chispa, o repetirse o pensar que ya esa persona podrá aportar poco de nuevo y caer en la tentación de sustituir al columnista. Y han seguido confiando en mi.
Los distintos redactores con los que cada semana pulimos el texto o me ayudan a capturar gazapos o erratas que se me puedan colar han sido todos, sin excepción, de una profesionalidad y proximidad sin parangón.
Por mi parte, he intentado siempre aportar valor al lector. Ofrecer una perspectiva distinta, aumentar su mirada o, sencillamente, explicar o aclarar conceptos económicos. Grosso modo, mis columnas han versado en un 80% de los casos sobre economía; un 10% sobre política y un 10% sobre temas sociales, de la vida, emociones y sentimientos. Especialmente en verano, para descansar del día a día económico y reflexionar sobre cuestiones del alma.
Nunca he tratado de agradar (¡ni disgustar!) al lector. Sé que tengo “haters” y (¡supongo!) “lovers”. Pero eso es parte del asunto. Publicar proviene de “público”. El público opina y es libre, y escribir es exponerse. Ahora bien, exponerse en el ARA, es un lujo. Un lugar que siento propio y donde, mientras todavía quieran la sección de Correpins i Boticlastes, aquí me tendrán. Quinientas veces gracias. Al ARA y a los lectores. Seguimos para bingo.