Diez minutos en el Senado

La superfamosa película que todo el mundo conoce aquí por su título en castellano, Solo ante el peligro (tan popular que se ha incorporado incluso al lenguaje cotidiano como frase hecha), y que en catalán (haciendo seguidismo del título castellano, para que todo el mundo pudiera identificarla) se tradujo como a Solo ante el peligro, no se titula realmente así. El título original es High noon, que podría traducirse como A sol alto, o A pleno mediodía, ya que ésta es la hora fatídica que se acerca minuto a minuto a lo largo del filme, cuya acción transcurre en un supuesto tiempo real.

La comparecencia del presidente Pere Aragonès en el Senado no tuvo lugar al mediodía (eran las once) ni le dejó solo ante ningún peligro, aunque así es como se vendió desde el Govern y ERC. Aragonés disparó durante diez minutos, pero no se quedó a ver cómo le respondían los pistoleros (es lenguaje figurado, eh) del PP, que eran los presidentes y presidentes autonómicos de ese partido, once en total, cinco de los cuales lo son en virtud de los correspondientes pactos con la extrema derecha. De estos cinco, dos -Carlos Mazón, de la Generalitat Valenciana, y Marga Prohens, del gobierno de las Islas Baleares- eran especialmente significativos, por las furibundas políticas contra la lengua catalana que desarrollan, de la mano con Vox, en los respectivos territorios.

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La lengua, precisamente, formó parte de la munición a la que recurrió el presidente catalán, que se ciñó escrupulosamente a los diez minutos que se le habían asignado para su intervención. Déficit fiscal, Cercanías, boicot legislativo contra el Parlamento por parte del Tribunal Constitucional, defensa de la lengua, defensa de los consensos (catalán en la escuela, fin de la represión contra el independentismo, celebración de un referéndum de autodeterminación) y , lógicamente, defensa de la amnistía. ¿Amnistía para qué? Según Aragonès, por resolver por vías políticas un conflicto que es político, dejando atrás encarcelamientos, exilios, multas, procesamientos, espionajes y la causa general contra el independentismo catalán. Y llegando a un referéndum “como el de Escocia”, es decir, con una pregunta binaria y en la que el censo llamado a votar fuera el de Cataluña y no el de todo el estado español. En definitiva, el credo de ERC (y también, en líneas generales, el de Junts) ahora mismo.

Como en la película, la negociación de la amnistía se produce en un tiempo sólo aparentemente real, porque, mientras se van diciendo cosas sobre la amnistía (pocas concretas), lo que se negocia, con silencio y sigilo suficiente por parte de las múltiples partes implicadas, es la investidura de Pedro Sánchez. Y, con ella, un programa de acción política para la próxima legislatura (uno real, no las cartas a los Reyes que a diario le envían a Pedro Sánchez, en público, ahora el portavoz de un partido y flotará otro). Junto a esto, hay un detalle sobre el referéndum de Escocia que suele omitirse, y es que los independentistas lo perdieron. Mientras, la derecha española se queda sola aullando en el Senado, como lo hacen en los westerns los lobos sobre las colinas.