Unas disculpas sencillas
Empecemos por afirmar que el día que los socios del Barça puedan volver al Camp Nou terminado lo encontrarán el mejor estadio del mundo y se olvidarán de todos los retrasos, los años pasados en Montjuïc y los sorteos para poder ir a Johan Cruyff o al Camp Nou a medias, el día que lleguen. En esto, no hay distinciones: todo el mundo tiene ganas de volver a casa porque como en casa en ninguna parte, y cuando vuelves la ilusión del reestreno compensa las molestias.
Al fin y al cabo, todo el mundo sabe que cuando haces obras en casa nunca sabes cuándo te las acaban. Pero con las obras del nuevo Camp Nou no estamos hablando de unas semanas ni unos pocos meses. Tenía que estar terminado para noviembre del 2024, para el comienzo de la segunda vuelta de la pasada Liga, para los últimos partidos de la temporada 24/25, para el Gamper del 8 de agosto y para el cuarto partido de Liga de la temporada del 25/26, y nada de eso ha ocurrido.
O los constructores engatusaron la directiva o la directiva creyó que podía poner una zanahoria ante el socio y hacerle pasar con razones, aunque perdiera credibilidad a cada fecha anunciada e incumplida, pensando que, total, el socio se lo traga todo mientras el equipo gane. Por eso, compartiendo la ilusión por una reapertura que parece próxima, estaría bien que el presidente del Barça pidiera unas sencillas disculpas a los socios admitiendo que las cosas no han salido como ha ido anunciado repetidamente. Vivimos en un mundo en el que el poder ya no se disculpa nunca porque lo encuentra una señal de debilidad, y tiende a señalar enemigos en todas partes, sobre todo en casa, para así encerrarse rodeado por el círculo de incondicionales. Pero en un club que se pretende democrático, un mínimo sentido de la responsabilidad en el rendimiento de cuentas obliga a quien manda a salir de la ficción edulcorada de la propaganda y entrar en el campo de la realidad.