Encadenados por las emociones
Cuando la sociedad catalana todavía no había superado el trauma de 2017, y la dureza de la prisión y el exilio habían condicionado la capacidad y la libertad con la que se podía hacer un análisis racional de los errores cometidos y un inventario de retrocesos y de adelantos políticos, llegó el covid para acabar de sumergir la acción política en la impotencia y las emociones desbocadas.
“Siento una soledad absoluta. Es como una niebla fría que te envuelve”, dice el president Quim Torra en una entrada de Les hores greus, el dietario del infierno de la primera oleada de la pandemia de covid. Torra explica muy claramente su soledad, la crueldad de la realidad sanitaria, económica y social que tenía que gestionar, la carencia total de previsión, la incompetencia de las principales conselleries, los rifirrafes de la coalición, la deslealtad del gobierno central y cómo sus emociones se desbocaron por la presión de la situación.
La lectura del dietario deja a la intemperie el desbordamiento del mismo president y del Govern en las peores horas. “Me noto airado. A punto de perder los nervios constantemente, con una angustia que me enturbia el pensamiento. Tengo que reencontrarme. Gravedad y serenidad. Estoy perdiendo el equilibrio entre ambas palabras”, asegura. Torra habla de “frustración e impotencia”, está “decepcionado” y explica que “rompe en llantos”. Que pide ayuda y la psicóloga le dice: “Es normal que llores, no pasa nada”. Pero le recomienda que llore "ordenadamente".
El president, en modo oculto
Torra se muestra superado por una realidad que podría romper a cualquier persona y explica que no tiene equipo, que se abroncan, que no le preparan la documentación que pide, y que tampoco tiene un Govern cohesionado, ni siquiera tiene buena información interna -incluso se ve obligado a entrar en modo oculto a las reuniones del Procicat-. Explica los ultimátums a El Homrani por el lío de las residencias hasta que se ocupa de ello Yolanda Lejardi. Tampoco tiene el apoyo de los suyos, a los que considera inmersos en la politiqueria y la “tertulia” constante de JxCat, que lo “deprime”. El president de la Generalitat escribe textualmente en una de las peores jornadas: “No hay que apuntar nada de las reuniones de JxCat y del consejo ejecutivo porque no han servido de nada”.
Quim Torra no tiene madera de presidente y, de hecho, dice textualmente que no entiende por qué le han elegido a él. “No estaba preparado para la crueldad de la política catalana -admite-. Quizás tampoco tenía la ambición ni la fuerza que hacen falta. Pero yo creía que íbamos a hacer la independencia y no la guerra entre nosotros”.
La presidencia de Torra ha sido un paréntesis para el país que no se puede repetir sin caer en la irrelevancia cuando Catalunya necesita reconstruirse económicamente, socialmente y políticamente. Torra fue víctima de su carencia de conocimiento de la política, de la carencia de estrategia conjunta del Govern y sobre todo de la carencia de verdad. Mientras que él consideraba que el objetivo era “retomarlo en el punto donde lo habíamos dejado” y defiende “la revuelta real” para obtener una independencia que “se conseguirá en la calle”, la suya es una estrategia en solitario. En la práctica, JxCat y ERC estaban en una fase de reconstrucción propia y de repliegue y sabían que a medio plazo no habría fuerza suficiente para otro embate con el estado español. Sabían que la fuerza social de 2017 se estropeó acelerando los últimos metros contra el muro, y que la nueva estrategia está para formular.
¿Lo mismo?
Coincidiendo con las conversaciones hoy mismo para pactar una nueva coalición entre ERC y JxCat, la lectura del libro de Torra advierte de las dificultades: “Todo aquel espacio de poder que no ocupa el partido propio tiende a ser ocupado por su contrincante-socio. Por lo tanto, toda coalición comporta una lucha diaria, encarnizada y sin descanso para desplazarse mutuamente entre los partidos de gobierno de todos aquellos espacios que sean posibles”. Torra ha sido víctima de una coalición que no tenía objetivos comunes, ni estrategia externa, pero también de un partido que le impulsó a la presidencia pero no le apoyó.
Preguntada por cómo va la negociación para formar gobierno estos días, una fuente informada responde cómo será: “Lo mismo con pátina de gestión”. Esperamos que se equivoque, por el bien del progreso del país en un momento tan delicado, todavía con miles de muertes por la pandemia y una economía en la UCI, que en 2020 cayó un histórico 11,5%.
Torra, que se define como un novecentista, expresa también su visión del periodismo. Entre otras afirmaciones, con esta después de una entrevista: “Muy buen periodista, me cita dos veces Rovira i Virgili”.
El libro es interesante y todavía lo es más la prisa de algunos de los protagonistas de estos años para dejar escrita de manera inmediata su versión de los acontecimientos. ¿Quizás esta presión por lo qué dirá la historia les ha perjudicado en el ejercicio del día a día de la política?