Una época extravagante

La editorial Comanegra ha tenido el buen pensamiento de publicar Cuentos extravagantes, del gran Mark Twain, con traducción de Jaume Creus. Repescar a los clásicos siempre es interesante y revisitar al autor de los inolvidables Tom Sawyer y Huckleberry Finn siempre es un placer. Pero diría que esta edición se ha hecho con una intención bien determinada, como viene a decirle a su prólogo el traductor de los cuentos, Jaume Creus, que también los ha seleccionado.

Como sabéis, Mark Twain es un autor irónico y mordaz y en estos cuentos hace una auténtica exhibición de estas dotes. Pero lo curioso —impactante e hilarante a la vez— es que los argumentos que la mente brillante de Twain imaginó para escribir estos cuentos extravagantes, con la intención de hacernos sonreír y reír, se parecen mucho, demasiado, a la actualidad que estamos viviendo en estos momentos. Segunda década del siglo XXI, una época extravagante.

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Mark Twain, para hacer reír a sus lectores, imagina a periodistas que no saben de qué hablan, personajes tontos deslumbrados por la fama, la fabricación compulsiva de mentiras... Ya lo ven.

El primer cuento, Cómo dirigí un periódico agrícola, me ha echado a reír, quizás porque he formado parte durante muchos años del gremio que se retrata. El protagonista es un periodista con años de experiencia que se hace cargo temporalmente de la dirección de un periódico agrícola, en ausencia del director titular. Sin inmutarse, este director sustituto publica algunas tonterías de la altura de un campanario, como que los nabos crecen en los árboles o que la calabaza es un cítrico.

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El director titular, asustado, interrumpe sus vacaciones y se presenta para poner fin al desastre, aunque admite que "es cierto que nunca habíamos tenido antes tanta demanda del periódico, ni habíamos vendido una edición de tanta tirada, ni conseguido tanta celebridad..." pero la sensatez le hace pensar en su pensamiento: "¿pero quién quiere las suyas le hace pensar: "¿pero quién quiere las suyas con las suyas le hace pensar: mentales?". Y ahora diga: ¿cuántos nombres le vienen a la cabeza para dar respuesta a esta pregunta? Varios periodistas ricos y famosos e incluso un presidente de Estados Unidos.

El director sustituto, cuando oye las críticas, se defiende con argumentos ciertamente extravagantes, como "he estado en el negocio periodístico catorce años y en todo este tiempo es la primera vez que oigo decir que alguien debe conocer algo para dirigir un periódico". Y remacha el clavo: "Le puedo decir que cuanto menos sabe alguien, mayor es el rumor que provoca, y más alto el salario que recibe".

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Lo que os decía: vivimos tiempos extravagantes, y éste es el adjetivo más suave que podemos aplicar a los disparates que debemos ver, escuchar y vivir cada vez que nos conectamos a un noticiario o abrimos el diario. Seguro que Mark Twain, si todavía estuviera vivo y viera este primer cuarto de siglo XXI, volvería a decir, aún con más convencimiento: "Es más fácil engañar a la gente que convencerles de que han sido engañados".

Un hombre visionario, como demostró espectacularmente asegurando que, como había venido al mundo en el año de la llegada del cometa Halley, en 1835, esperaba poder marcharse en 1910, con la vuelta del cometa. Murió el 21 de abril de 1910, al día siguiente de que el Halley reapareciera para hacer su máxima aproximación a la Tierra.