Españolizar es...

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La bandera de España de la plaza Colón, en Madrid

Españolizar es que nazcas y te digan Francisco y el registro letal te sentencie poniéndote Francisco. Españolizar es ser ese niño microbio que desde el asiento trasero del coche ve cómo sus padres tiemblan cuando les para la Guardia Civil y solo salen monosílabos de miedo en castellano. Españolizar es ir a la escuela y aprender cero, o poco, o mal, o muy mal, o todo al revés, la historia, política, literatura, arquitectura, astronomía, parapsicología, taxidermia, botánica funeraria, o el bricolaje de marionetas del tu país. Españolizar es no saber nada.

Hasta los 28 años y después de rascar y rascar no supe ni quién era. Y eso que mis antepasados ​​ya campaban por ahí desde 1255, pero claro, esto me pena, me queda, me hace menos y tengo que pedir perdón, absolución y lástima permanentemente. Soy culpable de estar y estar aquí. Por eso españolizar es CTRL+ALT+SUPR. Lobotomía legal. Papelera de reciclaje. Españolizar es que no puedas hablar. Enmudecer. No decir. Españolizar es que en pocas décadas la lengua propia pase a ser impropia y no te entienda, ni te quiera entender, te miren mal, te desprecien, te acusen de nazi, racista, de todo, incluso una lata oxidada y resquebrajada que hace haciendo topless en una acera sucia y malolienta. Españolizar es tener que vivir en una clandestinidad pública en tu casa. Ser señalado. Ser subrayado con fosforescente. Ser no ser. Españolizar es justificarte cada segundo: ¿por qué hablas catalán? ¿Por qué haces esto en catalán? ¿Por qué haceros más cosas en catalán? ¿Por qué quieres ser catalán? En todo momento sentir este por qué? Españolizar es siempre responderte: yo, sí; tú, no. Uno puede y el otro no puede.

Españolizar es gratis. Pagado. Subvencionado. A raudales, a granel, a mansalva. Un estado del supuesto estado del bienestar sólo por socializar españolizar. Fuera de españolizar todo es caro, carísimo, privado y privativo, inaccesible, miserioso, odioso, criminal, el camino que no es correcto, irracional, inmoral. Españolizar es una religión buena, natural, pacífica, para el bien de todos. Fuera de españolizar sólo hay sectas, madrigueras, agujeros, islas, aislamientos, guerras, violencia, ignorancia, pobreza, tristeza. Españolizar es estar en el lado correcto de la vida, del destino, del más allá.

Españolizar es ser superior. Y nadie quiere ser inferior. Incluso se es tan superior que españolizar es venir de fuera, entrar, ocupar, expoliar tu casa y decirte con escupitajo en la boca, en la mente, que eres inferior, minoritario, secundario, subordinado. Que no cuentes. Que no vales. Y decírtelo así: gritando, chillando, bujiando, bramando. Fotiéndote bronca dolby surround por lo que eres, por lo que hablas, por lo que haces. Todos los días. Hasta que te lo crees. Hasta que acabas siendo lo que te dicen. Generación tras generación. Como una fábrica de reproducción asistida. Como hijos clonados por el trauma, el dolor, el sufrimiento, el llanto. Españolizar es que te adopten por decreto ley cuando tienes padres, familia, casa. Apartarte de todo. Imantarte, empegarte, atarte a él.

Españolizar es mentir y mentir. Repetir mil veces mentiras. Españolizar es esto y más. Multiplicado por el cubo y el recub. Y sube más arriba. Y más. Y supera a la troposfera. Y la mesosfera. Y terminar siempre, en lo más alto, con esta sonrisa de alambre, chorreando sangre. Y sabiendo que nunca ninguna conciencia podrá tragarse todo esto.

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