Contra la fatalidad
Más pronto que tarde Marine Le Pen será presidenta de Francia, igual que Giorgia Meloni ya gobierna Italia, Donald Trump Estados Unidos, Vox tendrá ministros en un gobierno de coalición con el PP en España, y Aliança Catalana condicionará la gobernabilidad local y nacional. Esta previsión parece hoy tan probable que no se pagaría demasiado en una casa de apuestas. Las causas de este panorama las explicamos cada día: la base de malestar real de unas sociedades empobrecidas, que viven un presente precario y ven un no futuro, es regada nada inocentemente con toneladas de miedo, odio y mentiras. No es la primera vez en la historia y los resultados han sido desastrosos.
Las izquierdas ya no pueden comprar más tiempo con la canción del "si tú no vas, ellos vuelven", porque la gente les ha visto el truco, y parecen consolarse en el "contra ellos viviremos mejor"; y las derechas se están sacando de encima los prejuicios contra los cordones sanitarios y se disponen a pactar más a la derecha, porque, según cómo, total ya da igual.
La pregunta para todos aquellos a los que este pronóstico les horroriza es si ya solo les queda aceptar acomplejadamente este trompazo fatal, como el animal que queda paralizado por unos faros cegadores en medio de la carretera, o si piensan reaccionar. Porque si los pronósticos se van cumpliendo, no solo no tenemos por delante ninguna solución a los problemas de la gente, sino que nos espera un aumento de la agresividad, una pérdida general de la confianza, un deterioro de la convivencia y un perjuicio irreparable para la educación y la cultura, que son lo mínimo para poder vivir en una sociedad que valga la pena.