Frivolidad criminal

Ahora que ya han descendido las aguas desbocadas de la riada y la Comunidad Valenciana se ha quedado solo con el barro y hemos recorrido todas las fases del trauma, se hace más clara la naturaleza profunda de la tragedia. Y ésta no es otra que una frivolidad política criminal.

Ninguna idea de servicio, mucho deseo de poder. Las palancas de un gobierno puesto a contribución del negocio y del control de los adversarios, a beneficio de agendas personales, a favor de los amigos y del perjuicio de los enemigos. Y entonces, cuando llega el día de la hora más grave y de estar a la altura, y de hacer lo básico que debe hacer cualquier gobernante, que es proteger a la gente, es imposible porque no era por eso que estaban en política, ni sabían por dónde empezar.

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No es nuevo en la Comunidad Valenciana ni en muchos otros lugares. Convertido el servicio público en una jungla de la que es imposible salir sin rasguños, demasiada gente apta da un paso atrás antes de aceptar un cargo. Si la reacción inmediata a la catástrofe fue inexistente, la respuesta política posterior ha sido deprimente: militarización, aumentos de sueldo, partidismo en vez de unidad, lentitud en la respuesta, argumentos de parto en vez de sentido común. Admito que hacía tiempo que una noticia no sulfuraba tanto como ésta, y que los reportajes de un mes después todavía me sublevan más.

Y aún no lo hemos visto todo: algún día, algunos de estos (ir)responsables reclamarán una Medalla al Mérito Civil. Y lo que es peor: volverán a pedir el voto. Que ellos tengan poca vergüenza no debería querer decir que la gente tenga amnesia.