La fuerza del resentimiento
La esperanza es una fuerza poderosa, pero políticamente está perdiendo la partida a la fuerza del resentimiento. Resentimiento de muchas personas, fruto de mil injusticias, de mil expectativas frustradas y de la incertidumbre de la revolución tecnológica en la que estamos inmersos y que nos aboca a un futuro de incertidumbre. Resentimiento por la decepción con el contrato social que debía aportar progreso y cohesión social a cambio de impuestos y votos.
Populismo privilegiado
El colmo del resentimiento y de las consecuencias de la rotura del contrato social son hoy EEUU, donde se naturalizan los miles de zombies que provoca la epidemia del fentanilo, donde un país de origen inmigrante declara la guerra a la entrada de inmigrantes y donde un populista privilegiado se envuelve de terraplanistas para formar un gobierno de aire antisistema. Con desprecio a la razón y al debate científico, con una retórica marcada por la rabia, Trump conecta con los desheredados y con la revolución cultural conservadora.
La fractura norteamericana ha tenido una visualización clara en el asesinato de Brian Thompson y la posterior reacción popular de simpatía por el asesino. La muerte del responsable de la primera compañía de seguros de salud del país ha dejado en evidencia una vez más el rencor que provoca la gestión privada de la salud y la distribución de medicamentos en el país. Según la fundación KFF, en 2023 el 48,7% de los americanos estaban cubiertos por un seguro privado pagado por la empresa, el 6,2% por los propios autónomos (sin cobertura pública alguna) y los programas de Medicare y Medicaid públicos protegían a los mayores de 65 años, los veteranos y los más pobres. Sin embargo, casi el 8% de la población no tenía el año pasado ninguna cobertura médica. En 2010, cuando la presidencia Obama amplió la cobertura médica con la oposición de buena parte del partido republicano, esta proporción era del 16%. Hoy, el país tiene una esperanza de vida de 79 años y España de 84 años, y existen miles de litigios por abusos y coberturas parciales. Hasta el punto de que el estado de Nueva York aprobó una ley contra "las malas sorpresas en forma de factura sanitaria" que en 2020 se extendió a todo el país para favorecer buenas prácticas y acuerdos entre las partes.
Avance de la extrema derecha
En Europa, el resentimiento llega en forma de avance de la extrema derecha y dificultades de gobernabilidad allá donde el sistema electoral hace imprescindible llegar a pactos. Especialmente complicada es la situación en Francia, donde el presidente Macron se ha empantanado con los resultados de las legislativas del verano. No está claro que lo desbloquee el nombramiento de un primer ministro por carambola después de que la amenaza de ruptura del centrista François Bayrou hiciera retroceder al presidente que estaba a punto de nombrar a Sébastien Lecornu, exministro de Defensa, en Matignon. Bayrou, un eterno de la política francesa, de 77 años, tiene aún menos diputados que el primer ministro saliente. Estará en manos del centro, pero especialmente de Marine le Pen, que sólo le ha garantizado que no le hará caer de entrada. Bayrou se trabajará el centro y aspira al menos a una abstención presupuestaria de los socialistas, comunistas y verdes. La ecuación no parece mucho más fácil que hace tres semanas, a menos que el presupuesto convenza a las fuerzas de izquierda. Intentará realizar un "gobierno de interés general". Veremos si el resentimiento y la prisa de Le Pen le dejan.
La máxima representante de la oferta del resentimiento en España es la presidenta de la Comunidad de Madrid. No por casualidad es de las pocas líderes del PP que ha sabido fagocitar a Vox en su territorio. La conferencia de presidentes convocada por Pedro Sánchez sirvió para dar al presidente del gobierno una foto con todos los presidentes autonómicos formados y para contraponer el eje Sánchez/ Isla al Madrid que privatiza la sanidad y asfixia a la universidad pública mientras baja impuestos, se beneficia del efecto capitalidad y acusa de insolidaria a Cataluña. La obsesión del PP por la "igualdad" de los españoles no es más que el aprovechamiento económico del anticatalanismo político indocumentado.
Junqueras gana
ERC volverá a estar presidida por Oriol Junqueras. Ganó a Xavier Godàs, pero casi la mitad del partido le advirtió de que no confía en ello. Godàs promete plantar cara y asegura que "hoy nada acaba": Pide una nueva estrategia por una "cuestión de sinceridad política" . Junqueras tiene por delante una situación difícil para cohesionar al partido. La campaña ha sido dura y los reproches y la guerra sucia han sorprendido a los propios militantes. ERC ha implosionado por muchas cosas, pero una de ellas ha sido el conocimiento público de una forma de hacer poco edificante. Los carteles sobre el Alzheimer de Pasqual Maragall salieron del entorno del partido y los responsables de comunicación lo intentaron tapar internamente y poniendo todo tipo de obstáculos en la prensa que lo investigaba. La política de comunicación de ERC fue sectaria e indigna de un partido con valores democráticos y republicanos. Veremos si se inicia una nueva etapa con nuevas prácticas o todo sigue igual.