La geopolítica
El señor Z deja comida y agua para el gato en la cocina y, a continuación, abre la ventana de la azotea y sale de casa.
Sabe muy bien, porque lo ha visto, que cuando hace un rato que la casa está tranquila y la ventana de la azotea ha quedado abierta, los gatos del barrio que no tienen dueño entrarán para robarle comida a su Mixeta. Su Mixeta también lo sabe muy bien y es por eso que cuando se queda sola se espera, dispuesta, justo en el alféizar de la ventana de la terraza para proteger su terreno y su comida. Los gatos callejeros tienen mucha más hambre que ella y se arriesgan mucho más (pueden enseñar las uñas y arañar) para conseguir entrar a terminarse las cuatro rampoines que quedan.
Al señor Z esta situación ya le va bien. Una vez se encontró un ratón en la terraza y su Mixeta no hizo caso. No es cazadora. Si hay gatos alrededor por la terraza, si quieren entrar y pelean con la Mixeta (ella, entonces, a la fuerza tiene que presentar batalla), los ratones no se acercarán. Cuanto más gatos tengan ganas de entrar en su casa más rabiosa estará la Mixeta y más lejos estarán los ratones. El señor Z, para fomentar esta guerra, le deja comida de lata (no galletas) en la Mixeta. Ningún gato puede resistirse. Sabe que ningún ratón entrará por la ventana, si hay uno o dos gatos asombrándose.
El señor Z lo lamentaría sinceramente si un día se encontrara la Mixeta malherida en el alféizar de la ventana. Pero mientras ese momento no llega, se va tranquilo a trabajar. Y si el señor Z crea este pequeño caos evitable por su propio interés, ¿cómo es que nos sorprendemos de que el país A venda armas al país B en espera de que B, con las armas, tenga ganas de atacar al país C, lo que hará, de rebote, que recoja el país D, que es el verdadero objetivo de todo ello?