Gracias por tanto, señor Montoro

En la época gloriosa del ministro Montoro, todo tipo de artistas de la pluma, la guitarra o el verso recibieron inspecciones de Hacienda. En una inspección, primero hay que pagar y después, si queda dinero, demostrar la inocencia. Gestores afiliados al partido del señor Montoro que se creían intocables justamente por el carné ("yo hago y deshago, que no me dirán nada") prometían y apañaban. Todos tenían un equipito económico a su medida. Si los trabajadores fuéramos un poco más importantes nos habría venido un Montoro y nos habría dicho: "No te preocupes, que cambio la ley para que no tengas que pagar 500 euros al mes de cuota, que es de las más caras de Europa, para tener derecho a trabajar". Y habría dicho también: "No te preocupes, que te permitiré desgravarte un poco de gasolina, un poco de ropa y un poco de dietas para ir a trabajar por el mundo".

Ahora Pedro Sánchez promete que revisará las leyes de este señor, que las hizo a medida de sus clientes cuando era ministro de Hacienda y se llenaba la boca hablando del fraude. Las leyes que hizo las hizo cobrando, por lo que las hizo para quienes no hacía falta que se hicieran. ¿Interés de España? El que tengo colgado de esta caña.

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Que las revise, sí. Y que revise, de paso, la amnistía fiscal. Esa amnistía pensada –una vez más– para los grandes defraudadores, no para usted, señora, que puso en la trimestral dos tiques de más. Y que revise las inspecciones de Hacienda de entonces, a toda esa gente, a ver si también se puede cambiar algo. Qué difícil, en estos días del año, cuando todo el mundo tiene que pagar la renta como puede, que te hablen de redistribución social, de que tus impuestos van a los hospitales (no se sabe a cuáles) o a las carreteras y vías del tren (supongo que de zonas muy lejanas o ya lo habríamos notado). Ganamos lo mismo que otros, pagamos la misma cuota que otros, pero nuestros pisos, peajes, cortados y tiendas son mucho más caros. Qué cinismo superlativo ese "Hacienda somos todos" que repetía el señor Montoro mientras se embolsaba contratos y quién sabe si repetía un simpático: "Tú tranquilo, que esto está hecho".