Han Kang retrata el presente: traumas y fragilidad

"Por su prosa poética intensa que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana". Por ello, la Academia Sueca ha concedido el premio Nobel de literatura a la escritora surcoreana Han Kang.

No creo que los académicos estuvieran enviando ningún mensaje a la humanidad sobre el peligroso curso de los acontecimientos mundiales, pero los méritos que le reconocen a la galardonada son el retrato más ajustado del presente: traumas históricos y fragilidad humana.

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En una carrera enloquecida hacia la autodestrucción, el ser humano, capaz de dotarse de derechos humanos, se los está negando a sí mismo, está enviando a generaciones enteras a vivir con traumas que dejarán heridas indelebles para la historia, al tiempo que recuerda que la fragilidad de la existencia se puede agravar fácilmente, ahora que es tan sencillo acabar con un barrio, una escuela, un hospital, una criatura. Lo más espantoso de lo que ocurre en Ucrania o Palestina es que nos hace tomar conciencia de que podríamos ser nosotros, de que la fragilidad es colectiva porque, si se lo hacen a unos, en ningún sitio está escrito que los dados no caerán fatalmente algún día en nuestra contra.

El mundo no solo explota con estruendo aquí y allá, sino que siempre hay una última amenaza disponible, como la de Israel hablando de una revancha “letal” sobre Irán o Trump dando a entender que no aceptará el resultado de las elecciones si las pierde.

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Nos quedan todavía conceptos reparadores de nuestra fragilidad, como los que explicó Han Kang en la entrevista que Núria Juanico le publicó justo hoy hace un año en el ARA: “El habla sale del silencio, y cuando más disfrutamos y oímos la música es cuando una pieza ha terminado. Creo que existe una forma de expresar el silencio en palabras [...]. En el silencio es donde nuestros sentidos se hacen más evidentes, más claros, más fuertes”.