Hidrógeno verde y soberanía energética

El Valle del Hidrógeno de Catalunya, constituido y presentado oficialmente el mayo pasado, ya se ha consolidado como iniciativa clave en tiempo de emergencia climática y de transición energética. En poco tiempo ha cogido músculo, con cerca de 160 empresas e instituciones que forman parte y medio centenar de proyectos maduros, que tienen que suponer una inversión total de 1.220 millones de euros, la creación estimada de unos 2.000 puestos de trabajo directos y 2.300 indirectos, y una reducción de las emisiones de dióxido de carbono en 415.000 toneladas anuales. Unas cifras muy significativas y que nuestra sociedad necesita. Esto demuestra la importancia que empieza a tener, y que sobre todo tendrá, el hidrógeno verde (el que se obtiene a partir de energía renovable) como elemento descarbonizador en la industria y como fuente de energía limpia para la movilidad y para usos residenciales. En este proceso transformador, tanto la inversión privada como la pública son necesarias y, en este sentido, los fondos europeos Next Generation, uno de los mecanismos más importantes con el que cuentan las instituciones para ayudar en esta transición, son una oportunidad que aprovechar y pueden representar un incentivo para las iniciativas privadas. Coordinada por la Universitat Rovira i Virgili (URV), el Valle del Hidrógeno de Catalunya cuenta con el liderazgo empresarial de Enagás y Repsol y el impulso de la Generalitat de Catalunya, la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT), el Puerto de Tarragona, la Diputación de Tarragona y el área Metropolitana de Barcelona. Además, la URV, la IREC, la ICIQ y la Eurecat forman la alianza de conocimiento que apoya e impulsa en investigación, desarrollo e innovación al Valle y a los nuevos proyectos empresariales.

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Así, las empresas, las instituciones y los centros de formación e investigación del sector estamos haciendo los deberes en este reto, que tiene que posicionar a Catalunya en la nueva era del hidrógeno. Pero para que el Valle sea realmente competitivo, falta que se cumpla la otra premisa clave: que la energía utilizada para generar el hidrógeno sea renovable y de proximidad. Lo que se puede garantizar es que el hidrógeno renovable se producirá en Catalunya, pero ahora mismo no parece claro que la energía renovable necesaria se genere cerca de los lugares de producción y consumo, principalmente el polo petroquímico de Tarragona y el área metropolitana de Barcelona. Si no es así, si el país no tiene suficiente energía renovable (placas fotovoltaicas, aerogeneradores, biomasa...) para generar hidrógeno verde, habrá que importarla, con la consiguiente subida de costes y el encarecimiento del hidrógeno y de los productos que se deriven. Además, no creará valor en nuestro territorio y no nos situará en posiciones de soberanía energética. Por ejemplo, el Valle del Hidrógeno de Catalunya prevé que de aquí a tres años entre en funcionamiento una gran central de electrólisis (una de las más grandes del Estado y del sur de Europa) para producir hidrógeno en el polígono petroquímico de Tarragona, promovida por un conjunto de empresas comprometidas ya en este gran proyecto. Solo si esta central puede ser alimentada por energía renovable de proximidad será realmente competitiva y viable.

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Hace falta, por lo tanto, la apuesta firme de las administraciones, del Govern, y la implicación de los agentes territoriales y de la población. Nuevos vectores energéticos llamados a ser transformadores no salen a menudo, y el hidrógeno está identificado científicamente y tecnológicamente como la clave de la necesaria transición energética. En este momento tan importante para la sostenibilidad de nuestro planeta, Catalunya tiene potencial para ser protagonista, para ser un referente en hidrógeno y en todo lo que implica este vector energético en la lucha contra el cambio climático y en el desarrollo económico. Sabemos que podemos estar bien posicionados, sobre todo porque el país dispone de una industria química de referencia, de dos puertos de primer nivel y de una situación geográfica estratégica, además de contar con el papel impulsor y aglutinador del Valle del Hidrógeno de Cataluña. Pero hay que confirmarlo. Solo con independencia energética nos aseguraremos aprovechar al máximo las oportunidades que nos permitan superar los retos que tenemos delante.

En definitiva, toda la cadena de valor del hidrógeno, desde la producción de la energía renovable hasta su uso, se tiene que hacer aquí, con nuestra energía renovable, con nuestra infraestructura, con nuestro talento y con los nuevos puestos de trabajo de calidad que esta industria transformadora creará. Y siempre con un respeto creciente por el medio ambiente y el territorio y, consecuentemente, por las generaciones futuras.