La ida de olla de Peyu y Albert Pla

Después de haber asistido al estreno de Hamlet de Peyu y Albert Pla (que no sería el de Shakespeare, precisamente), salí del teatro fascinado por la ida de olla que nos acababan de regalar. Una ida de olla que tiene la virtud de resumir, de manera creativa, todos los males de un mundo que corre cuello abajo y sin frenos: gente viviendo en su burbuja de manías y egoísmos, personalidades disfuncionales detrás de una apariencia de normalidad, la absurdidad de un mundo, en la que ya no es posible vivir sin un vivir.

Con estos ingredientes se podría hacer un teatro de autor para salir deprimido, pero Peyu y Pla no son de ese mundo, hacen lo que saben hacer y son capaces de colocar Mar y cielo y culebrones mexicanos en medio de ese panorama tan galdoso.

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Como corresponde al género galático, hay momentos en los que ya no sabes hacia dónde te llevará la obra, porque los dos protagonistas se dedican a exhibir algunas de sus habilidades más cómicas: Pla fent de Pla y Peyu haciendo de Peyu, sin dejar de ser los personajes. Pero nada más lejos de unajam session.Los diálogos de la obra piden la precisión deAterriza como puedas para funcionar como una cascada de gags que a menudo termina con aplausos del público, que ha conectado complacidamente. Si acaso, a la obra se le podrían recortar unos minutos y aún brillaría más.

De toda la vida que Pla y Peyu han transitado caminos artísticos poco frecuentados y, por tanto, el resultado ha sido a menudo original, diferente y gratificante. Han encontrado a un público que no quiere adocenarse. En un mundo de franquicias, estos dos artistas no copian y vuelven a demostrar que el talento personal tiene premio, también en catalán.