La Iglesia no puede mirar hacia otro lado con los abusos

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Missatge sobre los abusos en Montserrat durante la homilía de este domingo

BarcelonaAhora hace un mes la Iglesia francesa anunció que se vendería patrimonio para indemnizar a las víctimas de abusos sexuales que así lo pidieran, después de que una investigación independiente cifrara en octubre en 3.000 el número de abusadores y en 330.000 los casos identificados desde el año 1950 en todo el país. La jerarquía católica francesa aplicaba así las directrices del papa Francisco, que ha pedido "transparencia, sinceridad y solidaridad" con las víctimas. Se esperaba que este ejercicio de responsabilidad social lo hiciera también la Iglesia catalana, pero lamentablemente se ha alineado con la española no queriendo hacer públicos los datos de sus investigaciones internas y, todavía menos, iniciar una política generalizada de reparación a las víctimas.

El periodista del ARA Albert Llimós ha hecho el ejercicio de pedir a todos los obispados catalanes la información sobre las denuncias que han recibido de abusos sexuales y también de cuántas se ha informado el Vaticano. Solo dos obispados, Vic y Sant Feliu, y el arzobispado de Tarragona accedieron a la petición. Hay que subrayar que no se pedían nombres concretos, sino simplemente cifras para que la sociedad tenga una idea aproximada de la magnitud del problema. La respuesta, pactada entre todo el resto de obispados, incluyendo el arzobispado de Barcelona, no puede ser más decepcionante: "Se trata de una información sensible y nos reservamos el derecho de hacerla pública en el momento que consideremos", afirman. O sea, en vez de transparencia, opacidad. Por ahora, pues, es imposible saber si la Iglesia catalana está cumpliendo las instrucciones del papa Francisco.

La misma actitud ha adoptado la Iglesia española, que, ante los datos de 251 casos aportados por el diario El País, ha rechazado iniciar ninguna investigación y ha derivado toda la responsabilidad hacia el Vaticano. Pero entonces, ¿cómo explican el paso dado por la Iglesia francesa? ¿No sería hora de que la Iglesia catalana admitiera su parte de responsabilidad y pusiera negro sobre blanco toda la información disponible? Lo que no podrá evitar de ninguna forma es que las víctimas hablen, que los periodistas sigan investigando y que vayan apareciendo más casos, porque esta problemática no es una moda pasajera o puntual, sino que responde a una verdadera transformación social, a un cambio profundo que ha modificado para siempre jamás la manera en la que la sociedad ve los abusos y a los abusadores. Por eso la receta de Roma es la más inteligente y también la más honesta: avanzarse a los acontecimientos y poner a disposición de la sociedad toda la información disponible.

Precisamente, el obispo de Lleida, Salvador Giménez Valls, declara al ARA: "Cuando hemos actuado mal, la gente se ha alejado de la Iglesia". Pues él tendría que ser el primero en darse cuenta de que el primer paso es no esconder los casos. Lo contrario equivale a alimentar la desconfianza de la ciudadanía, creyentes y no creyentes, en unas estructuras eclesiales que son vistas como un impedimento para saber la verdad y que, en casos concretos, incluso podrían estar encubriendo presuntos delitos. En este sentido, el camino abierto por las diócesis de Vic, Sant Feliu y Tarragona es el correcto.

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