El indicador medioambiental más famoso

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El pantano de Sau, este jueves.

En un momento en que la información del tiempo se hace con datos precisos hasta los decimales, obtenidos en tiempo real con procedimientos sofisticados, y presentados con un despliegue gráfico atractivo, me encanta la fascinación que sigue ejerciendo sobre los medios de comunicación el campanario del pantano de Sau como indicador de cómo va la sequía. Que si se puede andar por dentro, que si el agua ya lo rodea, que si ya le llega a la puerta. Y, en los años más felices, que si sale el pincho o no sale el pincho hasta la superficie. Donde esté la imagen del campanario, no hace falta que pongan muchas gráficas más, que ya hemos quedado entendidos.

Todavía están vivos algunos de los últimos vecinos de Sant Romà, de aquellos que guardan fotografías de las calles del pueblo donde vivieron hasta sesenta años, de las casas de piedra y teja, y de los rebaños pastando por los prados junto al núcleo y iglesia románica milenaria, que desaparece tanto de nuestra vista sumergida bajo las aguas como se convierte en el indicador medioambiental más famoso del país cuando baja el nivel de agua.

El pantano de Sau se llena por aportaciones de agua de varias vertientes de su perímetro, pero si hablamos de lluvia directa sobre las aguas del pantano, en octubre de 2023 cayeron 9 litros/m²; en noviembre, 2,4; en diciembre, sólo 1(!). Y la vuelta ha venido esta primavera, que ha hecho honor a su nombre: 72 litros/m² en marzo; 78 en abril; 89 en mayo, y 72 en este medio mes de junio. Ver agua en Sau tranquiliza al igual que ver nieve en la cara sur del Pirineo. Ahora, por si acaso, y teniendo en cuenta que Sau apenas ha llegado al 40%, sigo con el cubo en la ducha. Y creo que ya no la guardaré.

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