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Edgar Cabanas: "La industria de la felicidad es dañina"

Doctor en psicología y profesor en la UNED

Edgar Cabanas (Madrid, 1985) es doctor en psicología y profesor en la UNED. Su trabajo trata sobre los usos políticos, sociales y económicos de la felicidad y es autor, junto con Eva Illouz de Happycracia.

Y a ti, ¿qué te hace feliz?

— No podría decirte, porque no me interesa demasiado. La pregunta asume que la felicidad es importante, y yo he decidido vivir como si no fuera. Existen causas más nobles.

Por ejemplo?

— La justicia. El conocimiento. Ser amable y solidario. Pero no nos preguntemos entre nosotros: ¿somos generosos? Me quedo con Zizek, quien dijo: "¿Por qué quieres ser feliz si sigues pudiendo ser interesante"?

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¿Eres capaz de definir la felicidad?

— Es uno de los núcleos del problema. Nadie tiene claro lo que es, pero tenemos claro que es importante. ¿Cómo puede ser la meta del ser humano algo que no sabemos definir?

No tenemos definición pero sí industria…

— Sí, grupos de personas, instituciones, negocios en torno a la idea de ofrecer a la gente productos a través de los cuales aumentar la felicidad. Hay literatura de autoayuda, coaching, mindfulness, discursos motivacionales, etc.

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¿Qué hace la industria?

— Operar sobre el aumento de la sensación subjetiva de estar mejor. De modo que la felicidad se convierte en un producto consumible. Nos vienen a decir que la felicidad es un estado de bienestar personal que cada uno consigue gestionando las emociones. Y no pueden venderles directamente felicidad, pero sí el paquete de trucos para encontrarla.

La gente lo está comprando.

— Son instrucciones simples que dan la impresión de que casi por arte de magia, o relativamente con poco esfuerzo, se puede conseguir la meta. El problema es que lo sitúan como cuestión de elección personal. Como si fuese una cuestión de esfuerzo y voluntad. Y esto puede generar mucha frustración.

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¿Por qué?

— Porque si elegimos la felicidad, elegimos también el sufrimiento. ¿Debemos entonces asumir que si sufrimos es porque no tenemos voluntad y esfuerzo? La industria deja fuera cualquier aspecto relacionado con las circunstancias personales y sociales.

No hablan del material.

— ¿Cómo te va a vender una bajada del alquiler, un mejor sueldo, un mejor jefe? ¿Cómo te va a vender un cambio político? Como no puede vender todo esto, reduce la idea de felicidad al propio individuo. Es una decisión comercial. Y hay una reflexión a hacer.

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¿Cuál?

— Llevan tiempo entre nosotros y aumentan los problemas de salud mental, depresión y estrés, por ejemplo. Entonces, ¿dónde están estas recetas?

¿Cómo explicas esta contradicción?

— Justo porque no lo es. Se está vendiendo una idea de felicidad que quizás no tiene ninguna sustancia. Y no hace nada de lo que objetivamente necesitaríamos para estar mejor. No es operar sobre los individuos, sino sobre las condiciones de los individuos.

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Pero quizá, por no hacer nada, ni siquiera duele.

— Yo creo que sí es perjudicial. Porque la gente no consume estas cosas como simple entretenimiento, sino con intención formativa. Y el problema es creer que esos mensajes que ven, leen o escuchan son científicos o eruditos. Porque no lo son, y simplifican la realidad de los problemas que están tratando. Intentando aumentar la felicidad lo que hacen es aumentar la culpabilidad, la vergüenza y la frustración de ponerte a perseguir una idea imposible de conseguir. Consumir felicidad nos hace consumir a nosotros mismos.

Lo que sí da esta industria es dinero.

— Los estudios realizados hablan de 44 billones de euros anuales globalmente, aunque es difícil de calcular. Si miramos sólo los libros de autoayuda, sabemos que mueven 15 billones de dólares anuales sólo en Estados Unidos.

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Afirmas que la felicidad es incompatible con otras metas.

— Porque hemos visto que las felicidades de unos chocan con las felicidades de otros. De modo que la pregunta me parece relevante. Si la felicidad es la meta, ¿cómo lo gestionamos? ¿Qué felicidad perseguimos como sociedad cuando tenemos conflictos continuos entre lo que buscan unos y lo que buscan otros?

El otro día leía que quizás la felicidad es no hacerse determinadas preguntas.

— Hay una idea de John Stuart Mill, que fue uno de los grandes defensores de la búsqueda de la felicidad hasta que se dio cuenta de que era absurda: al final de su vida dijo que la receta más segura para no ser feliz es buscar la felicidad.

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Hay muchos estudios sobre felicidad y todos coinciden en que la clave son las relaciones personales.

— Que se pueda medir la felicidad es ya cuestionable, pero lo que sale normalmente como algo común son las relaciones sociales. Bien, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Tampoco es algo muy sorprendente. Y no deja de ser curioso que la idea de felicidad es siempre relativa al individuo y lo que la gente responde es que les gusta compartir las cosas con los demás. Entonces no es tan individual el concepto de felicidad, la gente ya lo está diciendo.