Los 'influencers' del islam
Hay, en el ARA, un reportaje escalofriante sobre influencers islámicos. Uno de ellos, joven, castellanohablante, con dotes de oratoria, propugna la obediencia al marido por parte de la hembra, en cualquier supuesto (incluido el de marido extralimitado, al que, no sufrimos, Alá ya castigará). En la editorial de hace dos días, a propósito de la cuestión, leíamos que "el peligro de la radicalización es real y no se puede menospreciar" y que "dejar su denuncia en manos de una extrema derecha difusora del discurso islamófobo —con recetas como la prohibición o la expulsión, que van en contra del respeto a la libertad individual y de culto— es un peligro también preocupante".
Lo que decía el ARA no puede ser más cierto. Porque hay debates (o problemas, o preocupaciones, o cómo quiera llamarse) que se ganan por incomparecencia de la izquierda. La izquierda, según qué, no lo toca, y la religión islámica es un ejemplo de ello. Feministas que encuentran machista una florecilla marrana y desagradable miran hacia el otro lado cuando este influenciador dice a las mujeres que deben obedecer al marido.
Silbar disimulando, en casos como éste, es mucho más que callar. Justamente porque el feminismo no es una "tendencia" sino una cuestión moral es necesario levantar la voz cuando toca. Me parece fantástico que haya una diputada en el Parlament de Catalunya, musulmana, que, haciendo uso de su libertad y raciocinio lleve el velo como símbolo de afirmación cultural. Ahora bien, nada es gratuito, nada fácil. Una chica de 22 años, Mahsa Amini, murió en Teherán porque "llevaba el velo mal puesto". Fue detenida y asesinada por esos esbirros que se llaman "la policía de la moral". En todo el mundo hubo protestas. Pero en un día como aquél, justamente, considero que una diputada con velo, haciendo uso también de la libertad, sabiendo que no, que no debe obedecer a ningún marido, debe sacársela en público y explicar que maneras de entender la religión hay muchas, y que la palabra libertad pesa más que el plomo.