¿Dónde están los jóvenes independentistas?
La juventud se inventó con las caderas: el rock'n'roll. Antes, nada. No existía. A los 12 años, hacia sudar el tocino. Después, las criaturas empezaron a estudiar a granel, a pasarse el ADN por discotecas, a inhalar resina, etc. Ahora la juventud se alarga hasta los 30. Y dicen que debería ser catalogado como joven hasta los 35. Ya lo decía ese anuncio de residencias low cost: el drama de ser viejo es haber sido joven. Esto se lo deja inventar un joven de 155 años. En el hoyo.
Bajo tierra y fuera placenta. Ésta es la cuestión. Los seres humanos, que no animales, carecen de angelitos. En todo el mundo ocurre esto, y también en ciertas partes del cuadrante noreste de la troposfera. No se engendra. Problema. Quizás las futuras granjas de personas con jeringa genética lo solucionen. Pague 100 sujetos y se lleva 200. En fin. ¿Pero qué impacto tendrá menos jóvenes en la sociedad? Depende, claro. Pero en Catalunya, mal.
Aquí, los petarrillos están muy asociados a la tierra. Durante una decena de años miles de niños catalanes iban a las manifestaciones independentistas. Aquellos niños, muchos son mayores de edad, así han crecido: creyendo que Cataluña sería independiente. ¿Dónde están? Están, claro. No han dejado de ser independentistas, pero no quieren saber nada. Que cada uno cargue su muerte. Y entre todos seguiremos viviendo de la funeraria. Parece que se oiga de dentro de la caja ese grito que viene del más allá: “¡Catalunya tiene juventudes! Cataluña vuelve a ser!”
Se llamó en un momento bisagra. El 22 de marzo de 1936 en Barcelona. Pocos vieron lo que venía. Pocos también querían verlo. Por eso las palabras están dirigidas a los jóvenes. Hablar, avisando del futuro y para el futuro, Manuel Carrasco Formiguera, líder de Unió Democràtica de Catalunya, que con una “emoción” que “la sentimos en toda su intensidad aquellos que estamos ya en mitad del camino de la vida y que después de haber ayudado con nuestras angustias y nuestro sufrimiento personal el movimiento para el reencuentro nacional de la patria, podíamos experimentar al ver el estado de penuria en el que se encuentra hoy en Cataluña el movimiento nacionalista, la duda cruel y amargo de si valía la pena haber sacrificado tantas cosas para llegar a tan magros resultados. Y por eso es mucho más fuerte mi emoción al contemplar esta sala llena de juventud entusiasta y patriótica que nos hace dar por bien empleados nuestros sacrificios y privaciones. Y como siempre volveremos a hablar de algo que no ha perdido actualidad ni puede perderlo: el nacionalismo integral. Y no sólo no ha perdido actualidad sino que hoy Unión Democrática se dispone a empezar una nueva tarea de recatalanización integral. Debemos volver a afirmar de forma clara y contundente, para que nos entiendan de una vez, que en Catalunya no se podrá resolver íntegramente ningún problema mientras no se resuelva su problema nacional. Cataluña debe luchar hasta lograr constituirse políticamente, como nación que es, en estado independiente”. Aplausos jóvenes.
Aquella “movilización de la juventud” era porque tenían muy claro lo que venía. Lo que le ocurrió a Carrasco y Formiguera: primero amenazado por las balas de papel de la FAI en 1936 y después asesinado por las balas de metal del franquismo en 1938. Muchos de aquellos jóvenes son los que a partir de julio de 1936 verán asesinatos, persecuciones, exilios... Todo. Muchos de ellos son los que también, de mayores, transmitieron a los jóvenes todo lo que ocurrió. Y, sobre todo, cómo no volver a equivocarse como país. Estamos aquí: los mayores deben pasar el relevo a los jóvenes. Porque, ciertamente, después no habrá ni jóvenes, ni nada. El primer paso hacia la independencia es ahora este.