Juan Carlos reconciliándose con los catalanes
Un rey al que no quieren ni en su casa y que se ha salvado de la condena legal por la irresponsabilidad penal y por la prescripción de los hechos no está en situación de dar lecciones de justicia, y todavía menos para hablar de traiciones. Pero ha sido rey treinta y ocho años y medio (1975-2014) y sus opiniones pesan.
Que acuse a Pujol de promover "una cultura catalana basada en la exaltación de su historia" es de nota. ¿A qué exaltación se refiere, a cantar Els Segadors? Todas las naciones exaltan su propia historia. ¿O quiere que hablemos de las proezas de la conquista de América o de que nunca se obligó a nadie a hablar en castellano?
Si él no paró de repetir "Catalunya es mucho más difícil de gestionar que el País Vasco", podría haber moderado y arbitrado (tenía la potestad constitucional para hacerlo) para no llegar al lamentable espectáculo de la sentencia contra un Estatut aprobado por referéndum, origen del Procés.
Escribir que "Los catalanes cometieron una especie de golpe de estado", aparte de continuar el "¡A por ellos!", es muy grave: ¿con qué armas dieron el golpe? Y que diga que Catalunya "se había convertido en una zona de intolerancia en la que no ser nacionalista radical equivalía a ser facha" es propio de los nacionalistas, que nunca consideran que ellos lo son. ¿Y qué intolerancia es, exactamente, convocar a todos a votar? "Si España es plural, Catalunya también lo es", dice. Exacto, por eso hemos tenido un presidente nacido en Andalucía.
Lo que Juan Carlos dice de los catalanes, pues, no es ninguna sorpresa en alguien que no permite que se critique a Franco en su presencia. Pero es útil para entender la mentalidad borbónica, uniformista y castellana de la Corona y de cómo piensa el rey "que nos trajo la democracia". Menos mal que el libro se llama Reconciliación.