Juan Roig, 'El País' y Jordi Évole
El País se suma con un editorial a la amplia campaña mediática y política de defensa del propietario de Mercadona, después de que Ione Belarra lo señalara como responsable de prácticas abusivas y lo llamara capitalista despiadado.
En el editorial se afirma que la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, acusó en un acto de su partido a los grandes supermercados en España de aprovecharse de la tensión inflacionaria para subir de manera injusta los precios y así hacerse de oro y de que señaló personalmente al dueño de Mercadona, la mayor cadena de España, como “capitalista despiadado". Lo que el editorial dice, hasta aquí, es absolutamente cierto, pero, a continuación, el editorial acusa a Belarra de hacer algo que no hizo: “extender después el calificativo al empresariado en general”. Esta última parte es falsa y sin duda el editorialista responsable de su redacción lo sabe, pero necesita de esta falsedad para sostener la tesis fundamental del editorial, a saber, que Belarra tiene toda la razón al defender el control de precios, pero que se equivocó al señalar a todo el empresariado español como despiadado.
Ojalá algún día en El País hagan un editorial en el que critiquen la cobardía generalizada de los medios de comunicación a la hora de informar sobre asuntos incómodos para las grandes empresas de cuya publicidad dependen. Es escandaloso hasta qué punto la publicidad compromete el trabajo periodístico en España y casi nadie se atreve a decirlo abiertamente, aunque en privado todo el mundo lo reconoce.
Preparando el programa que dedicamos el otro día a informar sobre el empresario Juan Roig y las prácticas de su cadena de supermercados, volví a ver el programa Salvados en el que Jordi Évole informaba, entre otras cosas, sobre las prácticas antisindicales en Mercadona y sobre sus malas artes a la hora de evitar que los trabajadores enfermos pudieran acceder a una baja por enfermedad y a la hora de perjudicar a los que lograban la baja.
Mira que he criticado yo a la cadena en la que ejerce el periodismo Jordi Évole, pero este programa, al igual que el que hizo sobre la empresa El Pozo, es absolutamente excepcional por lo infrecuente de ver a un periodista informar sobre empresas poderosas. Sin embargo, la clave de que sea un programa excepcional no es tanto el hecho de que se atreva con un tema con el que no se atreve casi nadie sino que, precisamente por eso, Évole estaba señalando sin pudor la escasa calidad del periodismo dominante, que, lejos de informar sobre las prácticas abusivas de ciertas empresas, actúa como brazo mediático de las patronales de las que depende.
La valentía y la claridad de Ione Belarra ha generado un debate en todo el Estado que ha servido para que volvamos a ver las vergüenzas de una derecha mediática que trabaja sin pudor al servicio del poder económico pero también de buena parte de una progresía mediática y sus fuerzas políticas afines que, como no podían quitarle la razón a la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales, han tratado de criticarla por “las formas” apoyándose en falsedades. Ni calificar a Roig como capitalista despiadado es insultar a nadie ni tampoco Belarra extendió el calificativo a todos los empresarios. De hecho, como revela también Jordi Évole en su programa, las prácticas de Mercadona son enormemente dañinas para muchos pequeños y medianos empresarios. Pero atacando a Belarra, la progresía mediática y sus partidos afines mandaban un mensaje al poder económico: con nosotros puedes estar tranquilo.
Hacer política es dominar la agenda de temas que definen los debates sociales. Que El País haya tenido que salir con un editorial de tan poco rigor, revela hasta qué punto Podemos sigue siendo el gran actor ideológico de la izquierda. La política va de las cosas de comer y de que la gente tenga un gobierno que no permita prácticas despiadadas que impiden a millares de familias llenar su nevera con productos básicos. Pero dar esa batalla política es asumir, irremediablemente, que se trata de una batalla ideológica.