Madrid ya tiene presidenta, y ha arrasado en las urnas. La versión castiza del nacionalismo español y del neoliberalismo madrileño, que desafía pandemias y ningunea la cohesión social, se ha impuesto en las urnas con claridad. Isabel Díaz Ayuso tendrá mayoría absoluta con la ultraderecha sin ni siquiera plantearse la ortodoxia democrática de los socios. El Madrid DF, el agujero negro que absorbe recursos del estado en detrimento de lo que algún día podía haber sido un estado federalizante, hoy se ha convertido en el bastión de la reconquista de la España una, homogénea y de derechas. El PP y Vox han fagocitado a Ciudadanos, después de que Rivera lo dejara moribundo y los electores madrileños entendieran que nunca ha sido un partido de centro. La victoria de Ayuso impulsa a Pablo Casado y lo consolida en la derecha del espectro político, como ha dejado claro en el balcón de la sede de Génova, hoy en venta. El Madrid de Ayuso es España dentro de España, y Casado ya ha dejado claro que interpreta los resultados de la Comunidad como "una moción de censura al sanchismo", y el gobierno madrileño como el km 0 de la lucha contra el gobierno del PSOE y UP y, por extensión, contra sus socios de investidura soberanistas catalanes y vascos. Ayuso ha dado oxígeno a Casado y deja al PSOE grogui contra las cuerdas. Sánchez se queda sin más socios que aquellos que tanto miedo le dan porque le piden reformas, mientras la derecha se hace fuerte en su peor versión.