El mal en estado puro y nuestra indiferencia

Que nos vayamos acostumbrando al horror es una catástrofe moral ya medida que los ataques de Israel contra los habitantes de la Franja de Gaza se van perpetuando en el tiempo, nosotros, los espectadores que lo miramos de lejos, con incredulidad e indignación al principio, sin quererlo nos vamos anestesiando ante las matanzas y la violencia injustificada de un estado que se alababa de ser la única democracia de Oriente Próximo. Me da miedo este proceso por el que la compasión ante el horror va menguando y es sustituida por hombros que se arrugan y un «¡Qué haremos!» Si repetir una mentira muchas veces puede llegar a hacer que parezca verdad, vernos inundados por el mal en su máxima expresión de forma sostenida en el tiempo puede hacer que nos acostumbremos y termine pareciendo normal. Pero no, no es normal que un estado poderoso lleve a cabo un verdadero exterminio en aras de la autodefensa. No hay democracias genocidas, aunque Netanyahu repita millones de veces que su país es una democracia. Si el psicópata consigue nuestra indiferencia, habrá ganado mucho más que una guerra, habrá ganado en nuestras conciencias y vencido en todos nosotros los mecanismos que hacen que nos sublevemos contra la barbarie.

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Llevo todo el verano recordando una entrevista que la CBS le hizo al doctor Mark Perlmutter, un cirujano americano que ha atendido a heridos en todo tipo de desastres y conflictos. Explicaba que ni la suma de cuarenta catástrofes alcanza el nivel de atrocidades que ha visto en Gaza. Haciendo de voluntario ha atendido a pacientes en estados deplorables, casi todos mujeres y niños. Y una de las cosas más terribles con las que se encontró es con niños muy pequeños heridos por dos, no una, sino dos balas de francotirador: en la cabeza y en el torso. Francotiradores disparando a niños. Es decir, hombres de carne y hueso, los soldados israelíes, apuntando a matar a criaturas pequeñas, arrancarles más de un disparo a la vez. ¿Cómo se puede llamar guerra a esto? ¿Cómo seguir poniendo el estado de Israel en el lado de los países civilizados? No hablemos de errores ni de accidentes o "daños colaterales". Un francotirador es un soldado de alta precisión, no es alguien que arroja una bomba sin saber si hay o no hay civiles. ¿Cómo será el ejército de Israel, a qué niveles de deshumanización han llegado los que forman parte para que sean capaces de apuntar a sangre fría a lo más indefenso y dispararle sin miramientos? ¿Y qué tipo de país puede llegar a ese nivel de bestialización de sus ciudadanos llevándoles a perpetrar crímenes tan horrorosos?

No hay nada, absolutamente nada, que pueda justificar lo que ha estado haciendo el estado de Israel en el último año. Ni siquiera los atentados, ni siquiera los secuestros o su asesinato en manos de Hamás. Ni todo el antisemitismo de la historia cuentan ese sadismo organizado y perpetrado con alta tecnología.

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Lo que me pregunto como demócrata es por qué los ciudadanos de Israel han dejado en manos de un personaje como Netanyahu el gobierno de su país, cómo han permitido que alguien tan terrible coja el poder y actúe con la impunidad con que lo está haciendo. ¿De qué les ha servido confiar su voto a un genocida? ¿Y cómo pueden aceptar la lógica nihilista de que más violencia traerá la paz? El primer ministro sanguinario no sólo no ha sabido proteger a su población de los terroristas, sino que en su huida hacia adelante de aniquilación del pueblo palestino es más que probable que acabe llevando la aniquilación del propio Estado de Israel, una forma u otra. De momento ya ha logrado que buena parte de la opinión pública mundial, que había sido sensible al antisemitismo y sus terribles consecuencias, ya no se mire con la misma simpatía la cuestión judía.