Morirse el día de Navidad

1. Es una manía que me persigue. De pequeño, cuando viajábamos en coche por Europa, contaba con cementerios. De mayor, quería saber cuáles eran las últimas palabras que había dicho cualquier familiar que cambiaba de barrio. Después, he tratado de averiguar cuál es la última música que han escuchado en este mundo a las personas que he amado. A veces he entrado en casa del pariente muerto y he sacado el CD que tenía en el aparato de alta fidelidad. Siempre me ha fascinado tratar de interpretar la fecha de la muerte de una persona. Busco patronos, hago cábalas y acabo perdido en la nada de las casualidades. Pero algo está el 23 de abril en que Shakespeare, Cervantes y Pla murieran el mismo día. Y, más aún, no puede ser una broma del azar de que Francesc Macià, Pompeu Fabra y Joan Miró murieran el día de Navidad. Nunca sabremos si Jesús nació el 25 de diciembre, pero sí está certificado que Macià, Fabra y Miró hicieron mutis tal día como hoy, al igual que Charles Chaplin. Esto puede ser una señal, un mensaje que no llego a descifrar o, sencillamente, una charlotada.

2. Pompeu Fabra murió el día de Navidad de 1948, hace 75 años. Tenía 80 y vivía en el exilio. Su muerte está documentada. El día de Navidad, el matrimonio Fabra fue a pasar el día a Perpiñán, a casa de su hija Dolors. Una comida en familia, con Fabra disfrutando de los cuatro nietos. Por la tarde, regresaron en tren hacia Prada. Al cabo de una hora estuvieron en la estación. Hacía frío y, de camino a casa, Fabra se puso la mano en el corazón. Vivían en un segundo de la calle Marxants y, al subir las escaleras, se cansó. Se sentó en la cocina y pidió a Dolors, su mujer, que le diera un vaso de agua. A las ocho y media, Dolors y su hija Carola sintieron el estropicio de un vaso de cristal. Cuando entraron en la cocina, Pompeyo estaba muerto.

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3. Francesc Macià murió el día de Navidad de 1933, hace 90 años. Él tenía 74. El Abuelo dicen que murió de apendicitis, una causa bien prosaica para un héroe. Dice la leyenda que hasta última hora estuvo en la Generalitat despachando con sus consellers. Que estaba en Palau, sí. Que estuviera para trabajar, no lo parece. Justo dos años después de la muerte, su secretario Joan Alavedra explicó a Radio Barcelona "la muerte del presidente Macià". “Llevaba ya días durando la angustia –narró el secretario–, en su cuarto resistía a la muerte. Luchaba. Faltaba tanto trabajo… No quería morir. Ni lo creía. Pero en cuanto lo comprendió, aceptó la muerte”. Explica cómo en los últimos minutos, de madrugada, doña Eugenia y su hija le secaban el sudor de la frente. Él le cogió un brazo, Ventura Gassol el otro, y notaron “un temblor de pájaro, de águila que se muere”. En ese momento, Cataluña tenía tres millones de habitantes. Un millón salió a la calle en su funeral.

4. Joan Miró falleció el día de Navidad de 1983, hace 40 años. Él tenía 90 y estaba en Mallorca. A las tres de la tarde, acompañado de Pilar, de su hija Dolors y de tres de sus nietos, el corazón dejó de latir. La discreción, que fue constante en la vida del artista, fue también una característica de su final. Cuatro décadas después, no han trascendido detalles. Por expreso deseo del difunto, las esquelas y las exequias se hicieron en catalán. Los principales diarios del mundo pusieron su muerte en portada. Fue enterrado en el cementerio de Montjuïc, bastante cerca de la tumba del presidente Macià.

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5. En casa, de tendencia laica por acumulación de decepciones divinas, en vez de recitar la décima de Navidad el padre tenía la costumbre de repetir unos pareados de lápida. “Aquí yace Pere Pons, pastelero de La Bisbal, que acabó los turrones la víspera de Navidad”. Lo decía cada año y cada año reíamos. Algún día iré al cementerio de Jafre para comprobar si la rima y el pastelero están allí.