Nevenka, tal y como éramos
El viernes se estrena la película Soy Nevenka, que recrea el caso del primer político español condenado por acoso sexual, el exalcalde de Ponferrada Ismael Álvarez, que persiguió obsesivamente a la concejala Nevenka Fernández.
El filme es del todo recomendable, primero, por razones cinematográficas. La interpretación de ambos protagonistas, Urko Olazabal y Mireia Oriol, es extraordinaria. La actriz de Argentona, de 28 años, transmite toda la inocencia de una concejala novela, recién licenciada en derecho, y el proceso de anulación y paralización de su voluntad, con depresión final, acoso del alcalde. Un proceso de degradación del que va participando el espectador sin prisas, pero con un excelente ritmo narrativo conseguido por la directora Icíar Bollaín.
Y la segunda razón somos nosotros, la sociedad. Aquello ocurrió en el 2001. El delito de acoso sexual acababa de entrar en el Código Penal. La concejala tuvo que oírse decir de "puta" para arriba, con mención especial para el fiscal que le negaba la condición de víctima porque era una chica que tenía estudios con la frase: “Usted no es la típica empleada de Hipercor en quien le tocan el culo y debe aguantarse porque es el pan de sus hijos”. Esto el fiscal. La maquinaria psicológica que lleva a la destrucción de la personalidad de un ser humano está perfectamente retratada, y estaría bien que lo vieran chicos y chicas. El machismo también está bien perfilado. Que fuera de derechas incomodaba a las izquierdas. Y lo más duro es el final: Nevenka Fernández ganó el caso, pero para rehacer su vida tuvo que irse de España porque aquí le cerraban sus puertas.