Hoy ya es el día de decir qué es lo que no hemos hecho. Porque teníamos que no hacer muchas cosas que al no tener que hacerse y haber sido hechas se han no hecho. Teníamos que no coger el móvil, debíamos no hacer excesos, debíamos no dejar pasar la ocasión de vernos, debíamos no ver tantas pantallas, debíamos no movernos, debíamos no tomar el sol, debíamos no gritar y no irritarnos con los que en verano tenemos cerca, debíamos no dejar para más adelante lo del borde de las cortinas y lo del dentista y debíamos no tener pereza de quedar, debíamos no pensar más en los demás que en nosotros, debíamos no comer tantos procesados, debíamos no irritarnos a las colas porque teníamos tiempo, debíamos no criticar, debíamos no dejarnos reñir ni decir malas palabras, debíamos no hacer este artículo .
Pero se acaba el verano y todos los negativos se vuelven positivos. Hemos cogido el móvil (no lo hemos dejado), hemos hecho excesos (más que nunca, porque un día es un día), no nos hemos visto (a ver si ahora, en septiembre, cuando nos situamos), hemos estado con los ojos en las pantallas (como hámsters ante la serpiente), nos hemos movido (no hemos sabido estar quietos), hemos tomado el sol (sin querer) y hemos gritado (mucho, de puro calor) y nos hemos irritado (como en invierno ) con los que en verano tenemos cerca, hemos dejado (por no se sabe cuánto) lo del borde de las cortinas y lo del dentista (pero de septiembre no pasa), hemos tenido pereza de quedar (mucha), hemos pensado más en los demás que en nosotros (como siempre), hemos comido tantos procesados como hemos querido (y mañana más), nos hemos irritado en las colas porque teníamos tiempo, y hemos criticado (mucho). Nos hemos dejado regañar (¿por qué?) y nos hemos dejado decir malas palabras (nada nuevo bajo la capa del sol). Ahora, escribimos el artículo que dijimos que no deberíamos escribir.
