No te quieren, Mazón
Un año después, siguen apareciendo cadáveres bajo el barro (con los últimos descubrimientos de restos de víctimas de los aguaceros ya son 231), y siguen revelándose mentiras en el relato de Mazón sobre qué hizo y no hizo la tarde del 29 de octubre del año pasado: ahora hemos sabido que al acabar el almuerzo en El Ven parking con toda la calma del mundo, en vez de ir directo al trabajo, como había dicho y repetido. Hubo un momento, cuando logró que Vox (que unas semanas antes había "roto relaciones" con el Partido Popular) le votara los presupuestos, que pareció que Mazón conseguía salvar cargo y carrera. Lo hacía teniendo que asumir el ideario y las exigencias de la extrema derecha españolista, aunque cabe insistir en que esto para Mazón no supone ningún problema. Ni para Mazón ni para ninguno de los dirigentes actuales del PP, sean varones autonómicos o mariscales madrileños. Si acaso es un problema en cuanto a la táctica partidista, pero la sintonía ideológica y de objetivos entre el PP y Vox está llena. La forma que tienen de entender la sociedad valenciana es exactamente la misma.
Pero desde entonces, la actitud y los modos de Mazón y de su ejecutivo ultra han sido, a ser posible, aún más inaceptables, y el rechazo que causa hoy el actual presidente de la Generalitat es más fuerte y más extendido que nunca. Nadie ha hecho más para difamar a Mazón que Mazón: mentiras, irresponsabilidad, desgobierno, absoluta falta de respeto hacia los ciudadanos, bajeza moral e intelectual y también (esto a menudo queda en segundo plano y en cambio también es fundamental) gestión altamente sospechosa de los recursos destinados al llamado Plan de Recuperación. Todo ello unido a la constante batalla contra la lengua catalana y contra la escuela pública, que el conseller de Educación, José Antonio Rovira, amigo personal de Mazón, intenta degradar convirtiéndola en el campo de batalla de una guerra cultural abierta.
La masiva manifestación del sábado en Valencia da una idea de la intensidad de ese rechazo de la sociedad valenciana hacia el mal gobierno que sufre. El hecho de que À Punt, la televisión autonómica pública (esto significa pagada con el dinero de los contribuyentes), censurara la información sobre la protesta ya cambio emitiera una corrida de toros del año 1997 demuestra que en la natural grosería del trumpismo sus seguidores de provincias siempre saben añadir una capa extra de caspa. Sin embargo, los periodistas y trabajadores de la casa han decidido asumir las más que posibles represalias y se hacen sentir en las redes con unos mensajes titulados "La plantilla de À Punt no calla". Mientras, se acerca el momento en que Mazón y el PP tendrán que afrontar responsabilidades judiciales por la gestión de la dana, y ya se siente el rumor de los ventiladores para esparcir la basura hacia arriba y hacia atrás. Es decir, hacia el actual gobierno de España presidido por Pedro Sánchez, y hacia el anterior gobierno de la Generalitat, el pacto del Botánico presidido por Ximo Puig. Seguiremos sintiendo mentiras durante mucho tiempo.