La OTAN, Rusia y los ganadores del cambio climático
¿Hay ganadores del calentamiento global? ¿Que no somos todos perdedores? Pues no. La inmensa mayoría de los habitantes del planeta son perdedores, pero hay ganadores: son pocos y muy poderosos. Todos los trabajos de los expertos, recogidos sistemáticamente por el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático, apuntan siempre en la misma dirección: la parte de la Tierra que más se calentará es el casquete polar ártico y sus áreas circundantes, muy por encima de lo que sufrirá la Antártida. De hecho, el mundo por encima del paralelo 50 del hemisferio norte notará el calentamiento de la superficie de la Tierra de una manera más intensa que las áreas templadas y tropicales y que el hemisferio sur, pero sus efectos serán percibidos mayoritariamente como positivos por los habitantes de esta parte del planeta.
El peligro de guerra en Ucrania ha puesto los grandes intereses estratégicos de Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos encima de la mesa. En términos económicos se trata del abastecimiento de gas natural. En términos militares se trata de fijar dónde está la frontera de la OTAN y dónde Rusia considera que es segura o amenazante. De repente, los grandes desafíos globales se han vuelto transparentes.
No se ha mencionado nada un gran conflicto estratégico vinculado a la producción y consumo de energía que hay detrás de este choque de bloques económicos: la explotación de las ganancias del calentamiento climático. ¿Qué países hay por encima del círculo polar ártico? Esencialmente, y por orden de importancia territorial: Rusia (Siberia, principalmente), Canadá, Dinamarca (Groenlandia) y Estados Unidos (Alaska). En mucho menor medida, Noruega, Suecia y Finlandia. En términos proporcionales y no absolutos, es Groenlandia la que recibirá mayor impacto. Hablamos, en conjunto, de unos seis millones de kilómetros cuadrados actualmente poblados por unos cuatro millones de personas.
Además de las tierras están las aguas vinculadas a estos estados, esencialmente los países que dan al océano glacial Ártico y a los mares adyacentes del Atlántico Norte: Rusia, Estados Unidos (Alaska), Canadá, Dinamarca (Groenlandia) y Noruega. También una pequeña isla de Islandia. La navegación se volverá mucho más factible –ya lo está siendo– y los cinco estados mencionados vigilan intensamente para aprovechar sus oportunidades. Pensemos que la navegabilidad del océano Ártico permitirá que las rutas marítimas entre dos puertos tan importantes como Shanghái y Hamburgo se acorten en unos seis mil kilómetros en comparación con la actual ruta por el canal de Suez. El deshielo permitirá acceder mucho más fácilmente a los recursos del suelo y el subsuelo, que pueden aportar enormes riquezas con gran valor estratégico para quien las posea y para quien las explote. Dado que Dinamarca es el estado más vulnerable y que Groenlandia es la masa de tierra más grande más cercana al polo Norte, EE.UU. le presionan de manera recurrente para que les venda Groenlandia o, al menos, que les facilite su explotación.
No perdemos de vista lo más importante: ¿qué une a todos estos países más allá del frío intenso que hace? La frontera de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). EE.UU., Canadá, Noruega y Dinamarca son miembros fundadores de la OTAN. El actual secretario general es noruego y el anterior fue danés, típicamente ex primeros ministros. Rusia se siente permanentemente tensionada por la amenaza de la OTAN. En Ucrania, en el este de Europa y en el Ártico. El conflicto entre la OTAN y Rusia es global, pero a la vez está íntimamente vinculado al aprovechamiento de las ganancias del calentamiento global.
¿Hay muchos más países que estén situados por encima del paralelo 50, potencialmente beneficiarios del calentamiento global? Los más beneficiados, en términos de extensión, y mucho más que cualquiera de los otros, son Rusia y Canadá, que tienen allí el grueso de sus territorios –millones de kilómetros cuadrados–. También entra todo Europa al norte de Francia, incluidas partes importantes de Ucrania. De nuevo, estamos dibujando estados que se definen por si pertenecen a la OTAN o por sí son más amigos de Rusia, o por si están sometidos a presiones de las dos partes.
Hay mucha tierra potencialmente conreable, que podría acoger decenas de millones de emigrantes de partes del mundo susceptibles de inundarse o de desertificarse por el calentamiento global. Los recursos naturales, típicamente en el subsuelo, son todavía más golosos. Y los derechos de navegación, igual o más. Cada año que pasa las condiciones del mundo ártico varían, y siempre en la dirección del deshielo. Las grandes potencias se lo miran con extraordinario interés y desde la primerísima línea. No nos tiene que extrañar que su entusiasmo por luchar contra el calentamiento global sea limitado –limitado por la mala conciencia–. Pero no nos engañemos, las ganancias potenciales son inmensas, y están a la vuelta de la esquina. Lo cambiarán todo.