Un paseo por Barcelona
La recuperación, en parte rescate y en parte transformación, de sectores muy golpeados por la pandemia pedirá proyectos y recursos para impulsarlos. Ahora bien, si queremos poner en marcha una dinámica potente, ambiciosa y autosostenida no nos podemos instalar en un marco mental en el que estos proyectos deban ser totalmente públicos. Necesitamos los privados y es, por tanto, responsabilidad pública articular los incentivos necesarios para que afloren. Factores favorables son el Next Generation, que de manera transitoria nos permitirá el uso de subvenciones, y, gracias al BCE, la disponibilidad de crédito muy barato. Pero habrá que actuar también en la vertiente normativa con el fin de articular esquemas legales de colaboración explícita público-privada.
Esto es particularmente indicado para el caso del turismo y de la cultura, dos de los sectores más maltratados. Es una buena señal que nuestra opinión pública converja hacia un consenso generalizado sobre el hecho de que la cooperación entre los dos sectores puede ser un eje de recuperación para ambos. De la naturaleza misma de estos sectores sabemos que, para implementarla, deberán combinarse instituciones públicas, fundaciones y empresas. Y, en consecuencia, recursos públicos y privados.
Os propongo un paseo por Barcelona. Empezamos en el Parc de la Ciutadella, en el antiguo Museu Martorell, junto al Umbracle y el Hivernacle. De aquí hacia las Ramblas pasando por la plaza de la Verònica, donde admiraremos el edificio del antiguo Borsí. Bajamos hacia mar, dejamos a la izquierda la Foneria de Canons, la antigua sede del Banco de Barcelona, y nos dirigimos hacia el Arnau, en el Paral·lel, donde tomamos el funicular que, con el teleférico en Miramar, nos lleva al castell de Montjuïc. Hacemos el camino de circunvalación externa del castillo, que nos ofrece unas vistas magníficas y una apreciación de su enorme magnitud. Bajamos hasta la plaza de la Font Màgica, con el Palau de Victòria Eugènia a la izquierda y el de Alfonso XIII a la derecha. A continuación, hacia la calle Lleida contemplando el antiguo Palau dels Esports y la Casa de la Premsa.
He confeccionado la ruta para pasar por los edificios que he marcado en negrita. Los he escogido porque todos ellos están vacíos, son no-residenciales y de propiedad pública. En la ciudad hay más, sobre todo si me permito incluir los infrautilizados (como la Estació de França). Y, por supuesto, se podrían admirar otros que solo se diferencian porque son privados (como el Teatre Principal o la Monumental). Estos edificios se van deteriorando día a día. Simpatizo con la posición que los presupuestos públicos no son infinitamente elásticos y que se debe priorizar. Pero la ciudad necesita más actividad cultural y económica. ¿No sería entonces mejor intentar que estos edificios los activara la iniciativa privada? Digo intentar. No es seguro que las iniciativas privadas se dejaran ver, pero es seguro que no lo harán si no somos receptivos a fórmulas conjuntas, en las que el sector privado invierte, recibe facilidades para hacerlo desde el sector público y, a cambio, se comparten, de una manera tolerable para las dos partes, el riesgo y los retornos económicos (traducibles, por ejemplo, en facilidades de acceso para los residentes locales). Y así se hace posible lo que no lo sería por separado. Dada la capacidad de atracción de visitantes de Barcelona, confiaría que, si hubiera la disposición pública, habría iniciativas empresariales de este tipo. Y esto quiere decir: más cultura, más actividad económica, más empleo y más ingresos para el sector público. Lo contrario son edificios vacíos.
Fijémonos en Montjuïc. La concentración de actividad cultural es notable. Sin embargo, todavía insuficiente para la centralidad local e internacional que sería deseable. Necesitamos más. Y por eso se necesitan recursos, para organizar actividades y para vitalizar espacios. En el castillo habría algo que tuviera sentido (¿el Museu d'Història de Catalunya, que quizás necesitará nueva sede?). En el Palau Alfonso XIII se debería dar vía libre a algunos de los proyectos ya existentes (pienso en el Art Tech propuesto por la Fira). Sobre todo sería necesario que el MNAC desarrollara en el de Maria Eugènia los planes que ya hace demasiado tiempo que tiene. ¿Por qué no se desarrollan en colaboración con el sector privado en vez de continuar negándonos la visualización de nuestro patrimonio cultural? Tampoco, como a menudo se reclama, carecerían espacios para grandes exposiciones temporales. El Montjuïc cultural necesita su Big Bang. El punto de ignición no está muy lejos. Con la cooperación público-privada podríamos llegar en un período breve. Sin ella, me temo que no llegaremos y pasaremos el rato lamentándonos de lo que podríamos hacer y, no se sabe muy bien por qué, no hacemos.