¡La pataleta de Núñez Feijó-oh!

Esta semana se completará el hat trick. Ni Xavier Trias es alcalde de Barcelona, ​​ni Salvador Illa es presidente de la Generalitat ni Alberto Núñez Feijóo vivirá en la Moncloa. Los tres candidatos ganaron las respectivas elecciones y los tres son y estarán, de momento, en la oposición. La democracia es así. Las mayorías, las líneas rojas cruzadas y las negociaciones políticas conducen a esta realidad envitricollada: a menudo manda quien no gana. ¿Y qué? Collboni, Aragonès y Sánchez ocupan sus cargos legítimamente. No aceptarlo es no saber perder. Trias se desahogó con un “que os bombeen a todos”, que es la frase del año. Isla lo tomó con aquella resignación que, si se la queda dentro, puede derivar en estreñimiento crónico. Núñez Feijóo, en cambio, lleva casi cuatro meses instalado en una pataleta que no le hace ningún bien a él ni a su querida España.

2. El problema de arranque, de Feijóo, es que lo tenía cuello abajo. Daba por hecha la mayoría absoluta, se creía las encuestas trampa, menospreciaba la maniobra de Sánchez de convocar elecciones anticipadas, mentía impunemente en el debate blandiendo datos falsos, en las entrevistas previas al 23-J ya repartía ministerios, y toda esta chulería se paga en las urnas. Y lo ha pagado a la hora de recibir el encargo del rey para su investidura. Cuántas puertas te has cerrado, yendo tanto a la derecha, cuando sólo puedes tener a Vox a tu lado. Incluso, la diputada de Coalición Canaria, que le habría apoyado, esta semana votará a favor de la investidura de Sánchez. Esta gira de tortilla canaria merecería, también, una oda a las ironías de la geometría variable.

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3. Alejandro Fernández, líder del PP en Catalunya –perdona el oxímoron–, este sábado estuvo en Mataró y supo interpretar la realidad. "El siguiente paso del proceso español, ya no es proceso catalán, es proceso de toda España, será impedir la alternancia política en España mientras dure este proceso". Fernández, que domina la oratoria, instó a evitar esa trampa que, asegura, están preparando sus adversarios. Es lo que él llama la estrategia “para convertir al PP en una suerte de partido oficial en la oposición”. Tal cual. Ya no es el bloque de derechas contra el de izquierdas, sino que es necesario unir todo el abanico parlamentario para evitar que mande este PP que, con los incipientes pactos con Vox en un montón de comunidades autónomas, ya ha demostrado qué modelo de España vuelo. Por suerte, Franco ya sólo hace buena cara en las ferias de numismática, en las monedas de duro.

4. Las nueve noches consecutivas de manifestaciones a las puertas de la sede del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid, sobrepasan el escarnio más indecente y se han convertido en una manía torpe, a la manera de Trump, para minar la democracia. Los gritos que se profieren, los cánticos que se oyen y las pancartas que se exhiben son golosos para las televisiones. Más allá de los ultras, que lo revientan todo movidos por el odio y por el culto al águila, ayer domingo un puñado de gente de buena fe salió a manifestarse en las plazas de España. Se puede entender que les irrite la amnistía, o ver que Pedro Sánchez sale adelante o que Puigdemont pueda estar en casa por Carnaval, cuando llevan seis años disfrazándole de demonio. Las protestas, y la libertad de expresión, sí forman parte del juego... Aunque, de nuevo, sólo gusten cuando braman los tuyos.

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5. No se rompe España. Si es por eso, que no sufra el Alejandro Fernández, ni el Núñez Feijóo, ni el Aznar atizador de todo este olor callejero, ni Pablo Motos, ni las togas caducadas del CGPJ, ni la Guardia Civil que ha dicho, esta semana, que estaba dispuesta a “derramar sangre en defensa de nuestra Constitución ”. Que no sufran. Pueden tomar los acuerdos que el PSOE ha firmado con ERC y Junts y leerlos. Sabrán que hay España, tal y como ellos la entienden, por un buen rato.