La pena del telediario es esta

Muere Enric Hernáez, que, como dice Xavier Cervantes en una de sus crónicas sentimentales y musicales del ARA, hacía música de "cantautor" en una época poco propicia, y ni así puede sonar una canción suya más de dos segundos por la tele. "Muere Enric Hernáez", dice la locutora. Menciona alguna canción y enseñan el frame de un concierto; suena un golpe de batería, nada más, siguiente noticia. No hay tiempo, se nos acumulan los lesionados del fútbol y todos los cantantes vivos y exitosos. Sigamos. Daremos más espacio a estos corderos que han muerto no sé dónde porque la noticia es curiosa.

Para mí, Enric Hernáez, a quien conocí gracias a David Castillo, y que había oído en disco y en directo, era muchas cosas, pero era quien había decidido que Palau i Fabre era increíble y había puesto, con toda la modestia, favor y ángel, música en Sombra de Anna. Con el Castillo, en fin, hicieron éste No te olvido ni cuando la áspera noche se abre.

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Con el jersey aquel, sin ir de nada, con esa voz tan áspera, cantaba canciones y, por suerte, había gente que las reconocía y las celebraba y las amaba. Le gustaba Bob Dylan y le gustaba Neil Young, y los Beatles. Se derrumba un mundo, se acaban las cosas, y las nuevas quizás ya no nos pertenecen. Somos feos y desgraciados valorando lo que tenemos en casa, sea cual sea "casa". Lo hacemos tarde, lo hacemos poco. Nunca me perdonaría la pereza, la dejadez y la desidia. Busco en YouTube algún concierto de él, me sale aquel de Fnac, con el jersey. Me pongo Sombra de Anna. Nada puede parecerme más emocionante, por la pena de la letra y por la delicadeza genial de la música y la voz.