La perla definitiva: no hay hablantes de catalán

BarcelonaEscribe el lexicógrafo Rafael del Moral el artículo “lengua impropia” en Voxpópuli, que nutre la larga bibliografía fundamentada en la idea de que hablamos catalán para tocar las narices. Algunas perlas: "Si me hablan en una lengua que no entiendo cuándo pueden hacerlo en otra que ambos conocemos [...] se trata de un estúpido creído maleducado". Demagogia pura, porque el docto autor sabe que los catalanohablantes, pese a su tara inherente, piden dónde está el lavabo del bar en perfecto castellano si están en Valladolid: lo que está en juego es qué lengua se usa cuando ambos entienden el catalán, pero sólo uno lo habla. Otra: “Se equivocan quienes dicen que el catalán es su lengua. Es imposible. No hay hablantes de catalán, sino de castellano-catalán o catalán-castellano”. Un día vamos a la deep Osona y me lo cuenta. Y la mejor: "Las lenguas no se aprenden a la fuerza, sino cuando los hablantes se acercan libremente a ella porque su uso resulta eficaz". Pura doctrina liberal de quien ostenta una lengua dominante –y, por tanto, ya le va bien– mezclada con un buen rayo de "nunca fue el castellano lengua de imposición". Si el inglés amenazara al español, los pies les tocarían el culo, intentando protegerlo.

Cuando trabajaba en Vic en los años 90, un compañero –pionero de la música rock en catalán para más pistas– contaba una anécdota ilustrativa: hablaba con una discográfica de Madrid y como no utilizaba el castellano casi nunca, la conversación se atascaba a trompicones. “¡Parla catalán que te entendemos mejor!”, le dijeron, con agrado. Del Moral habla del catalán como un ente oscuro, lleno de flexiones esotéricas, y no como una lengua hermana del castellano en tanto que románica. El catalanohablante que mantiene la lengua es una criatura hostil, pero no ve problema con quien –viviendo en Catalunya– rechaza entender el catalán: vale, vale, okey.