Perseguir a catalanes
Toque-toque. El hombre abre la puerta. Y aparece un catalán. Huyendo de todo aquello. Sí, de lo de 1936-1939. ¿Quién es? “Sois de esos que reciben por todas partes, ¿verdad? Pues ya podéis quedaros”, dijo el hombre desde el umbral de su casa. Sí, lo mismo, contestaría lo que picaba. Así fue como Josep Maria Murià Romero (hermano de la escritora Anna Murià) pudo pasar unos días refugiado en una Francia de piernas ayúdame. ¿Cuándo no ha sido perseguido un catalán? ¿Ha visto si alguien le sigue los pasos?
Sí, ser catalán, ante todo, siempre es ser sospechoso de algo. Crímenes. Comida de niños. Fabricar bombas atómicas para destruir el orden mundial y espiritual. ¿Qué más? Esto: "Los negros de Europa de hace cincuenta años éramos los andaluces y los extremeños, los negros de Catalunya éramos los andaluces", ha dicho el cineasta Benito Zambrano. Muy bien, niño. No viene de ahí. La mentira contra Cataluña es un género clásico. Y, de hecho, el propio Pinocho sufrió una depresión de caballo de corrida de toros cuando se olió que sus mentiras nasales no podían competir con las de los catalanes, porque le dejaban con un palmo de nariz. Pobre. Le reventó la napia. Descanse en paz.
A ver, porque primero se empieza con el aroma de bolas, falsedades, invenciones... y ya todo acaba con una persecución por las calles y cloacas. ¡Policía! La caza del catalán no tiene freno. Somos todo menos lo que somos. Los catalanes han asesinado a Kennedy, Marilyn Monroe, Kurt Cobain, Os Yogi, Jesucristo, John Lennon, Barbie, Gandhi, Doraemon... ¿Quién más? Asesinos en serie. Culpables de todo: nazis; "egoístas carnívoros"; "potenciales delincuentes"; "exaltadores del odio"; “xenófobos”; "criminales"; "sectarios"; paletos, ignorantes, ladrones; “talibanes”; "terroristas"; “proetarras”... Inalcanzable. Infinito. Cadena perpetua.
Todo esto ya lo sabíamos. Dirá alguien. Sí y no. Porque precisamente los catalanes, como buenos profesionales de la industria del coitus interruptus, sólo hacemos que marcha atrás... y volver adelante. Y así nos pasamos la vida: recomenzando. Olvidando, recordando. Y así es imposible fecundar nada. Y tanto es así que si antes siempre venía todo de fuera, ahora lo tenemos dentro. Mirad.
Ya es legión la fauna autóctona que cree, y esparce, como aspersor de mentiras socializadas, que, por ejemplo, el catalán es una lengua de ricos, burgueses, poderosos. Traducido: de malos malísimos. De explotadores, de crueles bestias que arrancan la piel y el alma de los trabajadores. El catalán es sólo de éstos. Sólo le hablan estos y, seguramente, se le inventaron ellos, el idioma. Todo esto lo hacen correr jóvenes que han nacido aquí. Educados en la escuela catalana. Con la no inmersión lingüística y con la jeringa de la droga del analfabetismo en vena. No quieren saber ninguna verdad: sólo que les den la razón. Y todo esto irá a más.
Queda poco para que broten clínicas en cada esquina de pueblos y ciudades de Cataluña donde te extirpen, vía lobotomía subvencionada por el Servei Català de Salut, la facultad para hablar y entender el catalán. Y después vendrán campañas de Catalunya limpia, retirando cualquier letrero, cartel, información, en el paisaje urbano y rural, en catalán: todo en nombre de la lucha contra la contaminación visual. Más aún: consejos, avisos, normas, decretos, leyes... para evitar el desarrollo ya sea de la lengua, la cultura, la medicina, la ingeniería, los carquiñoles o el alioli... catalán y en catalán. Y entonces sólo quedas tú: vendremos a buscarte. En casa. En tu casa, porque así ya será nuestra casa, que no casa de todos. Pero da igual: es lo que queremos. Solo te queremos a ti. Total, sólo queda cuatro.