¡La po-lé-mi-ca!
La palabra polémica da pereza y más en verano. Cuatro sílabas: po-lé-mi-ca. Cuando vas por la tercera ya duerme, por favor, no me emplateis una pequeña polémica (qué ganas irrefrenables de esta geminada, para terminar diciendo: "polémica"). Por eso, que haya habido polémica por el cartel de las Fiestas de la Mercè no nos hace ni frío ni calor. Se ha quejado el obispado porque con el cartel (que me parece muy bonito y sobre todo con muy poca intención de "polemizar") "se vulneran los sentimientos de quienes veneran y respetan" lo que significa la patrona de Barcelona. También dicen aceptar "que el Ayuntamiento quiera dar un tono exclusivamente laico a la fiesta mayor", pero entonces expresan también su "sorpresa por el hecho de que cada año el cartel introduzca el uso de elementos religiosos".
Hombre, la religión forma parte de nuestra cultura. Las fiestas, por muy laicas que sean ahora, aluden a una virgen: la Virgen de la Merced. Desde los pedos de monja que nos comemos hasta los huevos en las clarisas, la tradición religiosa forma parte de nosotros. Todos nosotros decimos alguna vez "virgen santa!" y también "casondéu". Comemos crema de San José y buñuelos de Cuaresma.
Si hay un hecho remarcable que distingue, hoy, la religión cristiana de otros es la capacidad de afrontar. Me parece buena cosa que la broma sobre la religión de esta zona del Mediterráneo en la que vivimos –una religión que, actualmente, ocupa muy poca parte de nuestras vidas– no desencadene fatuas, amenazas y venganzas. Sin embargo, tienen razón en algo los obispos. Como la fiesta es de la Mercè, patrona de la ciudad, y como cada año, aunque laica, en el cartel hay elementos religiosos, la misa debería salir al programa de actos. Y yo la haría, por una vez, en uno de los principales escenarios.