Un presidente que tiene delito
Quizás podría ocurrir en cualquier país del mundo, pero el caso es que esto ha ocurrido en España. La asamblea de la Federación Española de Fútbol debía escoger a un nuevo presidente y el ganador fue un candidato que está condenado por el Tribunal Supremo por el delito de prevaricación, porque cuando era presidente de la Diputación de Pontevedra pagó dos veces por el mismo campo de césped artificial. Rafael Louzán, que es como se llama este viejo conocido de Fraga y de Alberto Núñez Feijóo, arrasó con 90 votos contra 43. Quizás no esté ni dos meses en el cargo porque el 5 de febrero el tribunal debe ratificar o no esta primera condena. Si se ven con corazón, pasen al siguiente párrafo.
Con una frase que no se habría atrevido a escribir ni el gran Rafael Azcona, guionista del no menos grande Luis G. Berlanga, el nuevo presidente de la Federación Española declaró los minutos después de la votación: "Ha llegado el momento de recuperar el prestigio de esa casa". No se rían (o no lloren), que quizás Louzán no se equivoca: el prestigio de la Federación es tan bajo que un condenado por prevaricación como él podría ser el hombre ideal para levantarlo. Piensen que cuando Louzán dice esto del prestigio se refiere a la no menos célebre escena de "Y yo le dije: ¿un piquito? Y ella dijo vale", protagonizada hace año y medio por su antecesor Luis Rubiales.
Todo esto, además, no ha pasado a escondidas. A la votación asistieron representantes de la FIFA y la UEFA. Si a usted le parece tirando a obsceno e inadmisible que un tipo así se pueda presentar y no sabe cómo es posible que haya sido escogido, no sufra. Los 90 que les votaron, y los de los organismos internacionales que lo vieron, sí lo saben. Saben que Louzán habla su lenguaje. Vamos, que es uno de sus.