El PSC gana en el país del vuelo y duelo

1. Pocas sorpresas. Nos conocemos demasiado. La nariz nos decía, desde hacía semanas, lo que las urnas han acabado por ratificar. En el país del vuelo y duelo, el independentismo ha quedado muy lejos de su hora sublime y Salvador Illa ha logrado cifras de Pasqual Maragall. Tras el 12-M, nos queda un Parlamento más de izquierdas que de derechas, menos independentista que años atrás, más racista que nunca. Ésta es la foto de Catalunya, donde la primera fuerza, con diferencia, es la abstención.

2. Salvador Illa ha ganado las elecciones y tiene muchos números, ahora sí, de poder ser presidente. El PSC ha sabido aprovechar que entre unos y otros le han regalado todo el pasillo central. Por un lado el independentismo estaba desmenuzado en cinco opciones diferentes y, con tanta fragmentación, unos por otros siempre pierden escaños por el camino. Por el lado unionista, el PP, Vox y Ciutadans son tres partidos que tratan de arañar votos de un mismo sector. Y, así, quien tiene la centralidad tiene mucho ganado. Pedro Sánchez ha logrado que los socialistas se apunten el éxito del indulto a los presos, de la amnistía a los represaliados. Además, en plena campaña amenazó con dimitir por hacer frente a la extrema derecha. Jugada maestra. Ahora la estabilidad es un valor al alza y el PSC ha sabido leerlo.

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3. Carles Puigdemont, en el anuncio de campaña que hemos visto a todas horas, decía: "No nos equivocamos, estas elecciones no van de mí". Y ha tenido razón. Aunque Junts, de largo, es el partido más votado en la gran mayoría de municipios de Catalunya, y que ha mejorado los 32 diputados del 2021 y, sobre todo, que queda muy por encima de Esquerra, Puigdemont no ha sido el protagonista . Ni ha ganado las elecciones, ni ha arrasado, y difícilmente podrá ser presidente. Si era un plebiscito, mal chorro. Si cumple lo que le dijo a Jordi Basté, su carrera política tiene los días contados. Para la España rancia, tan transversal, será una celebración. Con cava, seguro que no. Todo lo catalán les hace alergia.

4. Pedro Aragonés, cuando no podía aprobar unos buenos presupuestos, hizo un todo o nada. Le ha salido mal. Peor que eso. Ha hecho un pan como hostias. Esquerra perderá la presidencia, el Govern y el liderazgo independentista. Será un triste consuelo republicano si puede mantener la clave de los pactos de investidura, aunque sea para hacer un tripartito de izquierdas que lleva quince años atrás. El precio de gobernar en minoría absolutísima y de hacer el boca a boca a Pedro Sánchez en Madrid ha sido este batacazo. Quizás sí que en ERC, a diferencia del Barça, perder tendrá consecuencias.

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5. Alberto Núñez Feijóo ha venido más a Catalunya en los últimos quince días que en toda su vida. Y no se ha cansado de decir que "hoy Ciudadanos es el PP". Y sí, Alejandro Fernández, ganador de casi todos los debates televisados, pasará de los 3 a los 15 diputados. Que el PP supere a Vox en el hemiciclo debe hacernos respirar hondo.

6. Silvia Orriols entrará en un Parlamento que, por primera vez, tendrá dos partidos racistas. Una noticia que inquieta pero que puede leerse con dos matices. Aliança Catalana y Vox, que son agua y aceite, nunca harán frente común. Y segundo consuelo: los diputados islamófobos, de unos y otros, no serán decisivos para nada. El fenómeno no debe menospreciarse, pero Catalunya acota este odio mucho mejor que países cercanos como Francia o Italia.

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7. Ciudadanos ha perdido ese millón largo de votos de hace siete años y ya no tiene ni un solo diputado. Ni uno. Han tenido menos votos que el Pacma. Si a alguien le conviene la repetición electoral quizá esté a Carlos Carrizosa. No tanto por mejorar los resultados, sino por tener tiempo de fichar por el PP, ahora que en Catalunya parece un caballo mejor cepillado.