Que quede repentino...

Vas a comer, feliz como quien va al templo, y sientes que dice: "Ya lo tengo todo 'adelantado'". Y se refiere a la comida, que, como cada martes, hace para la limpia, un amigo de la limpia y tú. A las nueve en punto ha ido al supermercado y ha "mirado" lo que hay. "No me gusta hacer cola", dice. "Que el 'género' ya está todo dañado".

Sofríe, remueve, salta, revuelve. El lenguaje que utiliza es emocionante. Dice que la berenjena debe dejarse en sal para que “sude”, que al sofrito hay que echar “una pizca” de sal y en la verdura “un pensamiento” de pimienta, como ya recogió Montserrat Roig. Cuando le preguntes cuánta cantidad de vino rancio se debe echar a la cazuela dice: “Un suspiro”. Y sonríe mientras dice: “Mi cebolla, que no se queme, que esté siempre al borde del abismo”. Pone las manos en la cintura y exclama: “¿La cazuela? Déjala reposar”. Si habla de hacer los peces a fuego fuerte, dice que "debes procurar que queden repentinos". Quedar repentino. Quedar repentino es morirse sin prestar atención. Me rico mucho y también me emociono mucho con esta frase, que no puedo encontrar más exacta.

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Es una mujer que ha cocinado siempre. Mientras cocina mira el “Canal Cocina” o el “Juego de cartas” y no para de criticar lo que hacen los que salen por la tele, porque a menudo dicen que hacen algo y no lo hacen. Le parece que la mayoría de cocineros "son muy poco cuidadosos" y que no limpian suficientemente la cocina (el plató).

Con la comida demuestra el amor, las ganas de cuidar. Es muy feliz cuando alguien le dice que lo ha hecho muy bien, que es buenísimo. El lenguaje que utiliza se perderá sin remedio si no hacemos nada. Y la cocina que practica es una consecuencia del lenguaje que utiliza, también. No hay escudella y carne de olla en los restaurantes de menú, ni ensalada de apio, ni fricandó, ni una simple carne rebozada, ni sopas de pan, ni crema quemada, ni borregos, ni butifarra desgarrada, ni...- _BK_COD_