'Quosque tandem', Netanyahu

El artículo sexto del Estatuto de Roma, por el que se constituyó el Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya, da una definición jurídica de la palabra genocidio. Dice textualmente: “A efectos del presente Estatuto, se entenderá por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”. Y los enumera: “a) Matanza de los miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que deban comportar su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir nacimientos dentro del grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”.

Todas estas atrocidades las están cometiendo ahora mismo en Rafah, y en todo Gaza, el gobierno y las tropas de Israel. Hay debate internacional sobre si debe considerarse o no como genocidio lo que está pasando en Palestina desde el pasado mes de octubre, pero si debemos atendernos a lo establecido en este Estatuto de referencia para el derecho internacional, parece que la conclusión del debate debería ser clara. Naturalmente, por si aún está por hacer esta previa, esto no quiere decir que los atentados que perpetró Hamás en la noche del 7 de octubre no fueran abominables. Pero incluso así es obvio que la desmesura y desproporción de la respuesta israelí son inaceptables. Tan inaceptables que tiene sentido preguntarse desde cuando Israel tenía preparada una ofensiva de esa naturaleza. Tan inaceptables que la apelación a la trágica memoria del Holocausto, cuando viene del primer ministro de Israel, Benjamin Bibi Netanyahu, y sus aliados de la ultraderecha, se convierte en un sarcasmo ofensivo.

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La semana pasada el fiscal del Tribunal Penal de Naciones Unidas, Karim Khan, emitió una orden de detención contra Netanyahu y contra su ministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra y contra la humanidad. También emitió la misma orden, y por los mismos delitos, contra los líderes de Hamás Yahya Sinwar, Mohamed Diab al Masri (conocido como Bu Deif) e Ismail Haniye. Y el propio Tribunal ordenó a Israel el paro inmediato del ofensiva militar contra Rafah, así como la apertura del paso fronterizo con Egipto, para permitir el paso de la ayuda humanitaria.

Netanyahu no sólo hace el sordo al TPI ya la comunidad internacional, sino que se agarra a la propia fuerza y ​​al apoyo de EE.UU. para mostrarse arrogante y desafiante. También, por supuesto, por victimizarse y presentarse como líder de un pueblo perseguido. En un pulso de Netanyahu contra el derecho internacional y la ONU ya sabemos que las apuestas irían mil aua favor del líder ultra israelí, pero a la vez es obligado preguntarse, como Cicerón con Catilina, hasta cuándo debe poder el gobierno de 'Israel abusó de la paciencia de la comunidad internacional. Mientras, otras guerras descontroladas y genocidas (Sudán, Yemen, Siria) siguen, calladas, su curso obsceno.