Ratas de la democracia
La entrevista de Núria Orriols en el magistrado de la Audiencia de Barcelona Josep Antoni Rodríguez que hemos publicado este lunes es reconfortante. De tanto dar por supuesto que en las cloacas del Estado campan ratas que mordisquean nuestras vidas, inmunes a la higiene de la ley, corremos el riesgo de olvidar qué significa vivir en democracia.
Dice el juez: “La brigada de información de la Policía Nacional en Barcelona estuvo quince días investigando dónde vivíamos, qué hacíamos, qué aficiones teníamos, qué opiniones políticas teníamos y en qué cursos participábamos. Pensar que un grupo de policías me han estado investigando, simplemente porque he firmado un manifiesto en el que he dado una opinión sobre cómo debería reaccionar el Estado ante un conflicto político... No podía creerlo”.
Aquella investigación, gentileza del ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, acabó publicada en La Razón, gentileza de Francisco Marhuenda, con la foto del DNI (!) de los 33 magistrados firmantes, con el título “La conspiración de los 33 jueces soberanistas”.
No sentimos a nadie de los que van por la vida dándolas de liberal lamentando que la democracia española se comportara como si estuviéramos en Hong Kong, porque el liberalismo, como el estado de derecho, va por detrás de la unidad de España. Por eso se archivó la causa, admitiéndose apuestas sobre qué dirá ahora la Fiscalía ante la nueva denuncia presentada por los jueces afectados.
Decía Churchill que democracia significa que cuando te hacen un truco en la puerta a las 3 de la mañana muy probablemente es el lechero. Aquí, donde los lecheros no van repartiendo por las casas, pudo decir que democracia significa que la policía no te investigará para sugerir una consulta.