¡Sí a los reyes en Montserrat!
A diferencia de Lluís Llach, creo muy bien que los monarcas españoles hayan ido a Montserrat. ¡No, no, por favor, lectores! Esperen! ¡No corran a darse de baja de suscriptores! ¡No den este disgusto a nuestra directora! ¡Me explico!
Montserrat –y nos lo contaba en Bassas, que es experto– es un monasterio que sigue la regla de san Benito de acoger a todo el mundo. Pero esta regla monacal, que comparto, no sería suficiente para mi tesis. Hay otra razón, una razón de peso y catalanidad. Verán. Ayer, paseando por Montserrat, junto a Salvador Illa, la reina huyó de plano. Quiero decir que por la tele vimos a su marido, ya nuestro presidente, y me parece que la alcaldesa de Monistrol, pero a ella no la vimos. No salía, durante el paseo. Y no salía porque lo había elegido así, que una periodista ya sabe, seguro, cuándo hay cámaras y cuándo no las hay. Melero, en su programa, lo comentó, y Jordi Gil, enviado a Madrid, hizo un comentario sin precedentes: "¡La reina Letizia es muy lista!"
Todo esto me hace pensar en unas tensiones matrimoniales, nada buenas para la estabilidad de la institución. Pensando en la reina, creo que ir a Montserrat le puede haber sido útil. Hay un refrán muy nuestro que dice así: "Quien quiere estar bien casado lleva a la mujer a Montserrat". Es un refrán que alguien encontrará heteropatriarcal, porque supone que es el hombre quien lleva a la mujer y supone, también, que no hay hombres que quieren llevar a su hombre a Montserrat para estar bien casados. Sé que en los matrimonios de monarcas las diferencias conyugales, en ocasiones, se han solucionado en el cadalso, pero siempre con resultados más insatisfactorios para ellas que para ellos, que por algo la monarquía es sexista.