Salvador Illa, hasta el final
1. Salvador Illa sabe dar titulares. Tiene la virtud de acuñar frases que, dichas con el convencimiento de un católico austero, ganan credibilidad. En el asqueroso caso de la niña de 12 años violada y explotada sexualmente durante dos años mientras era una menor tutelada por la Generalitat, el president Illa ha prometido "llegar hasta el final" en la investigación. La nueva consellera de Derechos Sociales, Mònica Martínez Bravo, también ha garantizado que irán "hasta el final" para aclarar qué ocurría en la DGAIA (dirección general de Atención a la Infancia y la Adolescencia). ¿Cómo es posible que se cometieran delitos como este y no saltaran las alarmas? Y, cuando se llegaba a conocer el caso –parece que por la denuncia de un invitado a violar a la menor–, ¿por qué se intentaba tapar y silenciar con las formas antiguas? Eso de la ropa sucia se lava en casa, ¿quizás? Pero esto no era ropa sucia, solo. Ayer, en el excelente reportaje de Marta Rodríguez en el ARA, un testigo aseguraba, hablando de las niñas que residen en centros de la DGAIA, que "las relaciones sexuales con hombres adultos a cambio de regalos o de dinero son el pan nuestro de cada día". Tela. Aquí fallan los controles y protocolos, en una DGAIA que ya ha salido demasiadas veces en los periódicos en los últimos veinte años. La justicia está ya haciendo el camino con el cerebro de la trama de este caso –para quien la Fiscalía pide 107 años de cárcel– y con los 16 pederastas investigados por agresión sexual a la misma menor tutelada. Quizás "ir hasta el final" también quiera decir que los responsables políticos que han permitido todo esto, por incapacidad o por poca vigilancia, también respondan ante quien haga falta. Esperémoslo. Por el momento, por mucho que la gran mayoría de trabajadores y educadores sociales vinculados a la DGAIA hagan un trabajo encomiable, el volumen (5.200 menores tutelados que viven en centros) y la falta de herramientas para un material tan sensible nos aleja de una gestión óptima. Ir hasta el final también obliga a repensar cómo hacer frente, de forma humana, posible y efectiva, a una realidad muy compleja. Hacerlo como hasta ahora, o ponerle parches, está claro que no sirve.
2. En la presentación del Pacte Nacional per la Llengua, celebrada en la sede del Institut d'Estudis Catalans, el president Illa volvió a dejar la frase del día. "Per garantir el futur del català, tenim el deure de portar el Pacte del paper al carrer". La formulación no solo suena bien, por lo de la rima (que en castellano no le funcionaría, "del papel a la calle"), sino que llegar a todo el mundo es el camino necesario que tiene que recorrer este Pacte si quiere conseguir 100.000 hablantes más de catalán al año, durante seis años. Hay que pasar de la teoría a la práctica para conseguir este objetivo de mínimos y darle la vuelta a la residualización progresiva de nuestra lengua. Junts y la CUP han trabajado el pacto y no lo han firmado. Jugándonos lo que nos jugamos, cuesta de entender.
3. Con la opa del BBVA sobre el Banc Sabadell, Salvador Illa ha vuelto a decir, con la boca pequeña, una de sus frases que suelta como si nada, para que los analistas políticos puedan interpretarlo. "Hago más de lo que digo, pero hago", dijo. He aquí que las fusiones bancarias deben de ser otro mal que hay que tratar en silencio. Pero Catalunya y su economía se juegan demasiado para que el president juegue las cartas por debajo de la mesa, con la diplomacia discreta a la que apela. Mal vamos, si las cosas no se pueden explicar a la ciudadanía. La independencia del Banc Sabadell debería haber quedado garantizada hace ya días con una llamada de Illa a Pedro Sánchez para decirle, sencillamente, "Esto, Pedro, ni tocarlo". Hace muchos meses que dura, esto del BBVA. La partida debería haber terminado mucho antes, si tuviéramos un presidente que fuera hasta el final de las cosas, y que no solo se jacta de hacerlo.