Sánchez, audaz
De las cosas que dijo Pedro Sánchez durante la jornada del miércoles, tres son clave. La primera no aparece escrita en la carta que publicó a través de las redes sociales, sino que la dijo en la tribuna del Congreso de los Diputados: “Incluso en un día como hoy, sigo creyendo en la justicia de mi país”. Tal vez sea la forma menos elíptica, más clara, que puede tener un presidente de gobierno de expresar que España tiene un problema con su justicia. Un grave problema. Que el juez titular de un juzgado de instrucción admita a trámite una denuncia de una organización ultra como el falso sindicato Manos Limpias es una anomalía, con independencia de si la persona denunciada es Begoña Gómez o cualquier otra. Una anomalía que lo dice todo sobre un poder judicial en el que encontrar magistrados que actúan de parto a favor de la derecha ultranacionalista es frecuente. Un país en el que, en el juicio por el Procés –que se presentó como un test de resistencia de la democracia española–, la acusación particular la ejercía el partido de extrema derecha Vox (con el que el PP gobierna en varias comunidades autónomas, con un estilo confrontativo y autoritario).
Las otras dos cosas relevantes sí están en la carta. Una es la denuncia de una “galaxia digital ultraderechista” dedicada a fabricar y difundir mentiras y tergiversaciones sobre sus adversarios políticos y, en su caso, sobre sus familiares y personas más cercanas. Unas cabeceras que se presentan a sí mismas como periodísticas, pero que solo son aparatos de propaganda que sirven para justificar los ataques políticos más chapuceros. El jueves por la mañana en La 1, la vicesecretaria del PP intentaba justificarse ante la periodista Silvia Intxaurrondo, tan odiada por la derecha española, aduciendo que las mentiras contra Sánchez y su entorno "han sido publicadas", como si esto fuera un argumento consistente. El propio sindicato Manos Limpias ya ha reconocido que su denuncia está basada meramente en "recortes de prensa", que evidentemente pueden ser (son) falsos. Tampoco esto es nuevo: ya Valle-Inclán se enfadaba, en una carta famosa a Azorín, de lo que llamaba “esa cochina prensa madrileña”. Lo hacía en referencia a las mentiras que se publicaban sobre Cataluña y sus políticos, instituciones y ciudadanos.
La tercera aportación importante es, por supuesto, haber introducido la intimidad y los sentimientos como elemento de reflexión política. Por mucha burla que se haga, la frase "soy un hombre enamorado de su mujer" es, en este contexto, una proclama política, y es una proclama que incomoda a mucha gente porque rompe esquemas. Preguntarse si es sincera o si responde al tacticismo es ocioso: ahí va todo junto, y es obvio que Sánchez prepara y medita largamente sus sorpresas antes de hacerlas públicas. La imprevisibilidad y la audacia son valores que quizás no son los que se esperan de un presidente de gobierno, pero dan valor a su figura. Haga lo que haga el lunes, de momento es un presidente de gobierno que acaba de reconocer que existen una justicia y una prensa corruptas, y que hay que defenderse de ello.