De qué ha servido

El acuerdo sobre la amnistía tiene tantas lecturas como intereses políticos. Para unos es el punto y final del Procés, y para otros, un punto de inflexión en el camino de una estrategia que tiene la soberanía en el horizonte. En algo pueden coincidir todos los actores: se abre una nueva etapa, serán los ciudadanos, dentro de menos de un año, quienes decidirán a quiénes dan las llaves para gestionar la nueva situación, y probablemente les obligarán a compartir piso.

Utilidades e inutilidades

Las dificultades del PSOE para conseguir la mayoría en el Congreso han hecho de la necesidad virtud y han abocado a Pedro Sánchez a abrazar lo que presenta como una segunda Transición o un modelo federalizante para España. En política importan poco las intenciones. La sinceridad de la opción descentralizadora del PSOE puede no ser más genuina que la posición entre la primera y segunda legislatura de Aznar. Hacer de la necesidad virtud y tener extraños compañeros de cama son condiciones naturales, y probablemente convenientes, del ejercicio de la política. La única seguridad es que se mantendrá la proa descentralizadora mientras sean necesarios los votos soberanistas en el Congreso de los Diputados y en el Parlament de Catalunya.

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En Catalunya, la amnistía, como en su momento los indultos, pone punto final a un cierto secuestro emocional. Muchos ciudadanos que han estado condicionados por el exilio y la cárcel tienen más derecho que nunca a exigir rendición de cuentas. Una exigencia perfectamente compatible con la satisfacción de saber que la expresión de la disidencia y la protesta legítima y democrática no serán represaliadas.

Lecciones del Procés

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  • En España no habrá transformación institucional de calado sin el PP, pero mientras tanto Sánchez tiene su supervivencia vinculada a la del ex president Puigdemont, y ERC y Junts tienen capacidad negociadora sobre políticas concretas.
  • La aplicación de la amnistía será tortuosa, larga y en ningún caso será “imparcial y rigurosa” como dice el ministro Félix Bolaños llevado por el entusiasmo. Una de las cuestiones que el Procés ha puesto en evidencia es que España tiene un problema con la politización de la judicatura. Si el inicio del Procés puede datarse coincidiendo con la sentencia del Estatut el 27 de junio del 2010, la amnistía llega con una ofensiva judicial de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo destinada a encausar por terrorismo al ex president Puigdemont , adaptándose sin disimular a los progresos de la negociación política.
  • La UE es el nuevo terreno de juego. Que la reforma del CGPJ se discuta en una mesa de Bruselas entre el PP y el PSOE es fruto de la línea de internacionalización del Procés que abrió el exilio. Europa como referente para el Estado y también en Catalunya, donde una parte del independentismo coqueteó con el antieuropeísmo y actuó con frivolidad flirteando con los enemigos de la Unión Europea.
  • El Procés también ha dejado en evidencia la fuerza y el desconocimiento del funcionamiento del Estado profundo, si se entiende como las fuerzas de la Reacción, ya sean en política, justicia o policía. La utilización del PP de las herramientas del Estado ha quedado al descubierto, al igual que ha hecho también la participación o aquiescencia de policías, jueces y grupos mediáticos al perseguir a la disidencia. Quizá el PSOE ha aprendido que la Reacción no discrimina a los enemigos por el idioma que utilizan.
  • El soberanismo, hoy sin mayoría efectiva en el Parlament, debería haber aprendido cómo la competición interna, la incapacidad de hablar abiertamente a los ciudadanos y de hacer un diagnóstico realista, el ir de farol, la incomodidad con el debate interno derrocharon el consenso político más grande de la sociedad catalana, que siempre tendrá el 1-O como un hito histórico.

De oca a oca

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¿De oca a oca y del pozo a la casilla de salida? En los próximos meses volverán los exiliados en función de la duración del laberinto judicial al que sean sometidos. Junts confía en una vuelta de Carles Puigdemont “institucional” y no partidista, como dice Jordi Turull en una entrevista en el ARA. Probablemente el peor enemigo de Puigdemont, cuando logre superar las trabas judiciales, será la rutina y la normalización política. Del análisis de riesgos dependerá que se presente a la Generalitat. Continuar el "Procés desde la Generalitat", dice Jordi Turull.

El bucle sin fin

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Los temas de debate son los mismos de siempre. Es decir, la libertad de ser. La libertad de ser distinto en lengua y cultura. El autogobierno y la financiación asociada, la capacidad de crecimiento y las infraestructuras. La capacidad de decidir su propio futuro, la relación con España.

Llega el momento de hacer política, y no está claro que se hayan aprendido las lecciones que han llevado a la desafección ciudadana, provocada desde el Estado y desde el soberanismo por la falta de respuestas a las preguntas de siempre. ¿Se reactivará el Procés? No se reactivará el Procés que hemos conocido, pero tampoco van a desaparecer ni las reivindicaciones históricas ni la desconfianza.

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Bienvenidos a la política. Catalunya no puede esperar. Necesita respuestas apremiantes a los temas que generan un amplio consenso ciudadano.