La simplicidad del monoteísmo
En 532 después de Cristo (dC), los últimos filósofos griegos –Damascio el más conocido– de la Academia de mil años de antigüedad, fundada por Platón y Aristóteles, huyen de Atenas. El cristianismo se ha convertido en la religión del Imperio Romano y persigue y destruye la cultura griega y latina. “Contemplemos los mismos astros, el cielo es común a todos, nos envuelve el mismo mundo. ¿Qué importancia tiene con qué doctrina indague a cada uno la verdad?”, dijo Scimago, autor pagano. "Dios lo quiere, lo manda, lo predijo y se ha empezado a hacer, extirpar toda la superstición de los paganos y gentiles", escribe san Agustín.
Roma está en decadencia. El peligro de los bárbaros está en las fronteras del imperio: la Galia, Britania y el norte de África. El presente es negativo y el incierto futuro. El cristianismo ofrece una mejor vida después de la muerte y la religión supone un descanso en la existencia de los ciudadanos, llena de obstáculos y horizontes brumosos. La mitología de los dioses griegos y romanos no ofrece una solución para la angustia de la vida. La vida en el Olimpo era similar a la terrenal, con luchas y enfrentamientos entre los dioses similares a los de los hombres, y no servía para quien temía el futuro y se sentía inseguro del presente.
El cristianismo era sencillo: un solo Dios y unos mandamientos que si se cumplían llevaban a la felicidad del paraíso, a la vida eterna. Ofrecía soluciones ciertas y firmes. “En una época de ansiedad, cualquier credo totalitarista ejerce una poderosa atracción”, escribe Dodds en 1965.
En 312 d. C. aparece el primer emperador –Constantino– que, por la visión de la cruz y el mensaje “Con este signo vencerás”, se hace cristiano. El cristianismo se convierte en la religión del estado, pero en el Edicto de Milán se permitía la posibilidad de creer y practicar la religión que cada ciudadano del imperio eligiera. Progresivamente, la tolerancia del cristianismo respecto a la religión griega y romana desaparece y se extiende la creencia de que "impedir que un pecador fuera capaz de pecar no era crueldad, sino bondad". Se abre paso la justificación de perseguir a quienes no siguen la fe del cristianismo... El monje egipcio Xenute entra en las casas de los paganos y las arrasa para evitar que adoren a dioses que, según su visión, son ídolos.
Tras la persecución de Nerón, que culpa a los cristianos del incendio de Roma el 64 d. C., en los 300 años iniciales del cristianismo se producen otras tres persecuciones de cristianos, que no superan los 13 años: bajo los emperadores Deci, un año ; Valeriano, tres años; y la "gran persecución", nueve años. Los romanos intentaban que no se extendiera la costumbre de no practicar la religión oficial, que era parte de la estructura del estado, aunque de hecho no fuera practicada más que por las clases altas. Un prefecto le dice a un cristiano: “No te pediré que hagas sacrificios a los dioses. Coge un poco de incienso y un poco de vino y di: Zeus, el más elevado, protege a tu pueblo; si lo haces, serás libre”. Plinio describía al cristianismo como “una superstición perversa y desmedida”...
En 392 dC se destruye el templo de Serapis en Egipto y en 415 dC se destruye la biblioteca de Alejandría, con 700.000 volúmenes, se asesina Hipacia, filósofa griega... y se inicia el derrumbe de templos y edificios y la mutilación de estatuas por todas partes. El siglo V d. C. se destruye la imagen de Atenea en la Acrópolis de Atenas...
El cambio de la tolerancia a la persecución del paganismo se produce como consecuencia de la adopción del cristianismo como religión del Estado. Se borran pergaminos de obras clásicas, hasta el punto de que se dice que en el siglo VIII d. C. la destrucción de la literatura latina llega al 90%, aunque es un hecho de imposible verificación.
El cristianismo no pone en cuestión la esclavitud, a pesar del mandato evangélico de que todos los hombres son iguales y nacen libres. Es una paradoja que tengan que pasar 18 siglos para que tal cosa ocurra, por cierto, sin influencia de la Iglesia cristiana. "Nunca permitiremos que lo que causa tristeza a los dueños, que es a quien pertenecen los esclavos, y causa una influencia social perturbadora, suceda".
Protágoras había dicho que "el hombre es la medida de todas las cosas". Ahora ya no, lo era Dios y, como dice Catherine Nixey en su historia del siglo I al V, “si el hombre se encontraba en falta, se le castigaría”.
Existe una discusión no resuelta sobre si el cristianismo protege la cultura grecorromana de los bárbaros o si contribuye a destruirla. Como siempre, son los vencedores quienes escriben la historia, y en este caso es el cristianismo el que vence. Lo cierto es que, tras la destrucción de gran parte del helenismo por el cristianismo, el mundo entra en una época oscura que va del siglo V al XV. Que el cristianismo de la primera época contribuye a la destrucción del mundo clásico parece algo difícil de rebatir, pero también lo es que es el cristianismo quien lo recupera en parte, a pesar de la intolerancia y la Inquisición, que dura cuatrocientos años. Ahora el cristianismo, por la influencia del protestantismo –que proclama la libertad del hombre para leer un texto, la Biblia, e interpretarlo como él decida– ha dejado de ser el freno durante siglos.
El problema reside en la simplicidad de la ideología. Cuando el cristianismo reconoce que "el amor os hará libres", se aleja del dogmatismo, de la norma y el pecado de San Pablo, y se acerca a la acción más importante del hombre, el amor, que no es un fenómeno simple: quizás si esto se tuviera más en cuenta, muchas cosas serían distintas en el mundo actual.