Están sonando las alarmas

Desde hace ya un tiempo, especialmente en los últimos meses, observamos noticias que nos indican que estamos entrando en una nueva etapa de la vida de la humanidad en el planeta Tierra. Suenan alarmas que dicen que no solo no habíamos previsto los cambios que tendríamos que haber hecho en la organización de la convivencia, de la economía y de la política para estar preparados, sino que ahora tampoco estamos tomando las decisiones urgentes para hacerle frente.

No quiero hacer una consideración global –ya se está haciendo en muchos sitios–. Quiero limitarme a expresar la importancia que doy a los informes de Letta y de Draghi, a explicar cómo creo que hay que orientar el futuro de la Unión Europea y, sobre todo, a hablar del papel que pueden jugar la información y los medios de comunicación en todo este cambio.

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1. Dos informes clave pero pendientes. Ahora se ha cumplido aproximadamente un año de la aparición de estos dos informes recabados por órganos de la UE. En su momento me parecieron de una gran calidad y pensé que eran complementarios y muy útiles como base de las políticas a poner en marcha. Fueron recibidos con satisfacción por Bruselas. Pero estas últimas semanas he podido leer y escuchar, por parte de ambos autores, su frustración por la lentitud en la puesta en marcha de muchas de las recomendaciones que contenían los informes, y se ha podido confirmar la insuficiente aceptación por parte de bastantes de los gobiernos de los Estados miembros. Draghi habla de "la gravedad del momento", que ha empeorado a causa de los recientes cambios en Estados Unidos, y Letta dice que la UE debe ahora elegir "entre renovación o declive"; pero al mismo tiempo lo ve como una "formidable oportunidad de relanzamiento" (algunos dicen que es "la última"), tal y como ya aprovechó hace unas décadas Jacques Delors. Yo creo que es necesario repetir lo que fue, hace unas décadas, la creación del mercado único y de la moneda única para transformar ahora Europa en un verdadero actor del contexto global.

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2. Qué significa relanzar y transformar la UE. El mundo –que se está transformando– cuenta con dos grandes centros de poder económico y político: Estados Unidos y China. Tienen características distintas (unidad federal, mercado libre, recursos naturales y tecnología, el primero; autocracia, mercado controlado, recursos naturales y tecnología, el segundo). Ninguno de los 25 o 30 estados europeos está en condiciones de poder aspirar a ser un tercer poder, pero todos, o casi todos, podrían desempeñar un papel muy importante en el contexto mundial, ya que cuentan con una parte notable de la población y del PIB mundiales, y también disponen de mucha ciencia y mucha tecnología. Está claro que para conseguir un lugar de importancia, sea de forma aislada o como socio de otro, no se puede hacer ningún esfuerzo en lo que se refiere a los recursos naturales, y no es muy importante aumentar la población, pero sí hay que tener una voz política unificada, un aumento creciente del PIB y sobre todo un liderazgo tecnológico. En estos objetivos deben centrarse las políticas europeas: hay que aumentar el papel conjunto de todos los estados y traspasar a Bruselas competencias ahora demasiado repetidas y poco coordinadas.

3. El papel de la información y los medios. La gran revolución tecnológica en el campo de la generación y distribución digital de la información, como la más reciente explosión de la IA generativa, ha hecho que la capacidad de esta generación y la posesión de los nuevos medios de distribución se hayan convertido en una de las formas de poder dirigir el camino del futuro económico y social sin que los ciudadanos sean suficientemente conscientes de ello. Estamos entrando en una etapa en la que las decisiones de las personas, tanto en su vida particular, económica o social como también en su participación democrática, quedarán muy afectadas por la información que les llega y orienta sus decisiones. Estas últimas semanas estamos viendo hasta qué punto el presidente Trump está intentando y consiguiendo controlar personalmente la actuación de personas y organismos de este sector.

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Una parte importante de las alarmas que han saltado viene precisamente de la forma en que está organizado, controlado y regulado públicamente todo el sector de la información. Y está claro que es imprescindible analizar y revisar, si es necesario, conceptos como los siguientes: a) En el caso de los medios de comunicación clásicos (prensa, radio, TV...): diferenciar entre información y opinión, diferenciar entre si son públicos o privados, diferenciar entre si son libres o regulados. B) En el caso de las redes sociales: diferenciar si son autorizadas, autocontroladas o libres. C) En el caso de la IA generativa: revisar el origen de los datos, el acceso a los algoritmos y los objetivos de las aplicaciones.

Por último, respecto a quién controlará el futuro de Europa, será necesario aclarar algunos conceptos para adaptarnos a la nueva situación: libertad de expresión, patentes, derecho de rectificación, valor económico de la información o propiedad del conocimiento.