Sustitución y reconquista
Sería una equivocación quitar importancia a los altercados de Torre Pacheco y mirarles como algo puntual que ocurre en una localidad murciana. Hay que unir este estallido de violencia racista en las calles con los resultados del último barómetro del CIS, que mostraban una clara tendencia ascendente de Vox, frente a un PSOE que retrocede y un PP que no avanza, pese a su laxante matraca diaria sobre la corrupción, real o inventada (la distinción entre la información veraz y la falsa es cada día más tenue), del actual gobierno.
La extrema derecha se alimenta del populismo pero va bastante más allá de la dosis de populismo que suelen contener los discursos políticos al uso. El objetivo de la extrema derecha es promover la ruptura social y la confrontación ciudadana entre grupos de población atizados para sentirse enemigos unos de otros. Si se consigue que haya crispación e incluso violencia en las calles, mejor, porque es la presentación más potente que pueden obtener de la supuesta guerra que ellos afirman que se está librando. Esto es de primero de trumpismo, y vale para Vox en España y también para Aliança Catalana en Catalunya. Ciudadanos se pasaron su triste existencia tratando de excitar esa violencia, sin terminar de conseguirlo. Ahora Vox considera que ha logrado un primer éxito en Torre Pacheco, y se sienten fuertes. Abascal advierte que esto sólo es el comienzo, y hace llamamientos nada disimulados para que haya violencia contra inmigrantes este verano en las fiestas de pueblo. Los medios que le son afines y los creadores de contenidos tóxicos en las redes le amplifican a un ritmo infernal, con noticias y vídeos falsos de agresiones contra personas mayores supuestamente cometidas por inmigrantes. Los discursos racistas están a la orden del día y tienen amplia aceptación social, de forma subrayada entre los jóvenes.
La palabra clave es sustitución: según la extrema derecha y el fascismo, la llegada de inmigrantes responde a un plan de invasión (de España, de Cataluña, de Mallorca, da igual) que debe desembocar en la sustitución de la cultura occidental por otra, casi siempre la islámica. A esta idea, Vox y algunos sectores del PP contraponen ahora la de la Reconquista (lo escriben en mayúscula), una palabra que les gusta porque suena patriótica y recuerda a Don Pelayo, y que quiere significar la recuperación de España para los verdaderos españoles. Exactamente igual ahora que en julio del 36. A Vox les va a favor el descrédito de la política, pero sobre todo que el PP los tenga como socios en varios gobiernos autonómicos y esté plenamente dispuesto (aunque intenten disimularlo) a pactar con ellos la llegada a la Moncloa. Para entendernos, de nada sirve que el portavoz Borja Sémper condene el papel de Vox en Torre Pacheco (simbólicamente, el mismo día que hace público que está enfermo de cáncer), si el mismo día el flamante secretario general Miguel Tellado, sano como un cochinillo, afirma que Vox es un partido mucho más leal en España que el PSOE y todo. La confrontación, sobre todo, es esa.