Tripartito y sociovergencia son posibles
Preguntada en TVE por Mònica López, la candidata de los comunes a la presidencia de la Generalitat, Jèssica Albiach, admitió abiertamente (y apoyó) la posibilidad de la formación de un tripartito de fuerzas de izquierdas entre ERC, el PSC y En Común Podemos, si los resultados de las elecciones del 14-F, del 30 de mayo o de cuando sea lo permiten. Se agradece que Albiach se pronuncie con esta claridad, en contraposición con el juego permanente de las negaciones que emiten los otros socios potenciales de esta alianza de gobierno: ERC insiste en que es “imposible” que ellos lleguen a ningún acuerdo para gobernar Catalunya con el PSC/PSOE del 155, mientras que los socialistas no dejan de decir, siempre que tienen ocasión, que es igualmente “imposible” que ellos pacten nunca con partidos que quieran romper la legalidad constitucional vigente, es decir, con independentistas.
En Mallorca hay un dicho que dice literalmente que todo es posible salvo que la perdiz se convierta en col. A estas alturas ya tendríamos que tener claro que, en política, no hay nada que sea imposible, y que la pregunta ante cualquier posibilidad no es si es o no posible, sino la clásica cui prodest, a quién beneficia. ¿Es posible que ERC llegue a un acuerdo con PSC y En común Podemos, si de este modo logra la presidencia de la Generalitat? Digamos que, en todo caso, no es imposible. El ejemplo más significativo que lo demuestra es Sant Cugat, a pesar de que en este caso se trata de un tripartito de izquierdas con la CUP.
Del mismo modo, y en su caso no para conquistar la presidencia de la Generalitat sino para mantenerla, Junts per Catalunya puede perfectamente llegar a un pacto de gobierno con el PSC, si las sumas lo permiten. El precedente que ejemplifica esta hipótesis es bastante contundente: el gobierno de la Diputación de Barcelona. Es cierto que JxCat mantiene un discurso más abiertamente beligerante contra los socialistas y que desde la formación se repite la idea de llegar a alianzas solo con otras fuerzas “nítidamente independentistas”, pero llegado el caso siempre hay otras opciones. Y la sociovergencia es una opción ya conocida y perfectamente vigente.
Ni tripartito ni sociovergencia se pueden descartar. Todavía existen otras posibilidades, naturalmente: el independentismo concurre a las elecciones seguramente demasiado convencido de su fuerza y de la famosa resiliencia de su electorado. Pero lo cierto es que han puesto tanto a prueba la paciencia de la ciudadanía que las sorpresas también se hacen imaginables: por ejemplo, un pacto entre comunes y socialistas con el apoyo externo de alguna otra, u otras, fuerzas unionistas para dejar al independentismo fuera del gobierno de Catalunya. Esta opción es numéricamente más difícil, pero no imposible de imaginar. Pero volviendo a lo que decíamos, visto el deterioro al que han llegado las relaciones entre los republicanos y los convergentes y posconvergentes, al menos tengamos claro que nada es imposible.
Sebastià Alzamora es escritor