La UE, los aranceles y la soberanía tecnológica

A pesar de la pausa reciente en la guerra comercial desatada por EEUU, está viva la cuestión de qué represalias arancelarias podría poner la Unión Europea sin tirarse demasiadas piedras al tejado. En global, la UE exporta algo más a EEUU que importa de EEUU (en 2023, un excedente positivo del 3% sobre los 1,6 billones de intercambio total). El excedente se explica porque les vendemos más bienes manufacturados de los que compramos. En cambio, si miramos la balanza de servicios (que la Casa Blanca no ha tenido en cuenta a la hora de establecer aranceles) importamos 109.000 millones de euros más de lo que exportamos a EE.UU. (datos 2023). Hasta aquí, parece que los europeos no tengamos una posición muy débil.

Ahora bien, es necesario tener presente que las cifras de comercio internacional no lo dicen todo. Por ejemplo, Apple, Dell o HP son empresas de EE.UU., pero producen sus ordenadores, teléfonos móviles y componentes en muchos países, con lo que estos productos no cuentan como exportaciones de EE.UU. Por otra parte, es necesario tener presente el nivel tecnológico de lo que se intercambia. Simplificando, podríamos decir que la UE vende sobre todo tecnologías del siglo XX en EE.UU. (productos farmacéuticos, vehículos y maquinaria). EEUU puede permitirse poner aranceles a la importación de estos productos, porque tienen tecnología suficiente para fabricárselos ellos mismos si existen los incentivos económicos adecuados. La UE importa productos similares de EE.UU. que también podría producir ella misma en caso de necesidad; además importa petróleo, gas y productos agrícolas (que podría importar de otros países si fuera necesario); finalmente, importatecnologías del siglo XXI, sobre todotecnologías de información y comunicaciones (TIC), para las que es más difícil encontrar proveedores dentro de la UE o en terceros países. Ciertamente, China podría ser un proveedor TIC alternativo, pero también tiene sus inconvenientes y ya dependemos mucho de ellos para productos manufacturados.

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Pensamos en los equipos o software de pago que utilizamos cada día en casa o en el trabajo: software de teléfonos y ordenadores Apple, Android, Windows, todas las herramientas de Microsoft (Office, Outlook, Teams, y otros), servicios de nube (Amazon Web Services, Microsoft Azure, Google Cloud), herramientas de videoconferencia (Zoom, Webex, etc.), ChatGPT y muchos. Todo esto son productos y servicios exportados por EE.UU. Si la UE decidiera poner aranceles sustanciales, las empresas que los fabrican sufrirían un poco, pero los ciudadanos y las empresas europeos sufriríamos tanto o más.

¿Cómo puede reducir la UE su dependencia de EE.UU. en alta tecnología, y en concreto en TIC? Hace varios años se promovió el uso de software libre (Linux, OpenOffice) por parte de varios gobiernos y administraciones. Era una buena idea, pero no echó raíces en gran parte porque era difícil de competir con la usabilidad, la funcionalidad y la fiabilidad del software de las grandes empresas. Cabe decir que, además del software libre, en Europa y en especial en Francia existen algunos productos interesantes, como LeChat de Mistral (muy parecido al ChatGPT) o el buscador Qwant. ¿Qué nos falta entonces?

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Ante la posibilidad de que algunos investigadores abandonen EEUU, muchos gobiernos de la UE han anunciado fondos públicos para atraerlos. Yendo bien, esto permitirá que algunos postdocs europeos del ámbito académico vuelvan a nuestros países. Sin embargo, si queremos ganar soberanía tecnológica, esto no es suficiente ni de lejos. Lo que hace falta es dotarse de grandes empresas de TIC, al igual que hizo la propia China cuando creó su ecosistema digital a partir de los años 90. Habría que facilitar la creación de empresas tecnológicas con acceso a todo el mercado de la UE, con una reducción de la burocracia y de las regulaciones (como ya se está proponiendo para trasladarse a la IA), con al otro lado del Atlántico, y con una cultura anglosajona del riesgo. Las administraciones, más que dando subvenciones, podrían ayudarle con su capacidad de contratación, comprando preferentemente productos TIC made in Europe. Esto permitiría que estas empresas pudieran ofrecer retribuciones suficientemente sustanciales para atraer y retener personal altamente cualificado. Hay que tener presente que en los sitios de I+D de las grandes tecnológicas americanas se cobra en mayor magnitud que en Europa. Al igual que somos capaces de atraer a los mejores futbolistas, deberíamos esforzarnos por atraer a los mejores tecnólogos e ingenieros.