'Vida y espejismos', de Pere Rovira
Nos gusta insistir en la evidencia de que Pere Rovira es un excelente escritor, sin duda uno de los mejores de los que escriben hoy en día en catalán. Recientemente ha publicado, en la editorial Proa, el volumen Vida y espejismos, una nueva entrega de sus dietarios, que incluyen hitos de la literatura del yo como Diario sin días (2004), La ventana de Vermeer (2016) y Música y pulso (2019). Rovira es también un poeta excelente, como queda recogido en el volumen de su poesía reunida Hoy es siempre (2022), y en cada uno de sus libros en verso, que compone lentamente, espaciadamente. Hay que leer, además, las dos novelas que ha publicado hasta ahora (El amor loco, de 2007, y Las guerras del padre, de 2013). Y son un júbilo sus traducciones del francés: Ronsard (Las rosas de Ronsard, 2009), Baudelaire (Las flores del mal, 2021) o la antología Jardín francés. De Villon a Rimbaud (2016). Sin menoscabo de la obra digamos juventud (los libros de poemas recogidos en el volumen Poesía 1979-2004), se puede decir que lo mejor de la escritura de Pere Rovira, nacido en 1947, lo hemos conocido a partir de su cincuentena.
Vida y espejismos es un diario con días: concretamente los del año 2022, el año que el autor cumplió setenta y cinco, desde el primero de enero hasta el treinta y uno de diciembre. Cada día tiene su anotación, y así leemos que Pere Rovira empezó el año con farragosas tribulaciones para ponerse el DNI en catalán: tuvo que solicitar una partida de nacimiento modificada en el Registro Civil de Vila-seca, de donde es hijo, y obtener del Institut d'Estudis Catalans un documento académico –expedido por la comisión de el equivalente en catalán del castellano Pedro. Una historia que puede parecer pintoresca, pero que da idea de la pervivencia del franquismo, en este caso en su vertiente administrativa. "Si yo tuve que decirme Pedro, fue porque cuando nací el franquismo prohibía llamarse Pedro". La entrada correspondiente al último día del año es una de las más bellas y conmovedoras (permítanme estos dos adjetivos) que he leído en mucho tiempo. Resistiré las ganas de reproducir ningún fragmento: vaya a leerla en el libro. Sí puedo deciros que va sobre el amor, el paso del tiempo y la aceptación del envejecimiento.
Por lo general, Vida y espejismos va al respecto: una fenomenología del paso del tiempo o, dicho de otra forma, las cosas pequeñas y grandes que, día tras día, hacen la vida. Puede pensar que es un argumento impreciso, pero todos los argumentos lo son: la bondad de un libro no depende de los temas que se tratan, sino de la pericia del escritor a la hora de abordarlos, de su talento. El de Pere Rovira es enorme, pero en vez de desbordarse para agobiarnos, fluye canalizado por las acequias de la memoria. Literatura, música, cine, la contemplación del Delta, un encuentro con sus hijos. Todas estas son las cosas importantes, y todas huyen, como si hubieran sido espejismos. A menos que venga alguien y deje lo único que queda, que son las palabras.