Un escaparate que anuncia descuentos por el Black Friday en un centro comercial en Esplugues de Llobregat.
28/11/2024
3 min

La alegría del Black Friday, si es que alguien la vive, se desvanece con rapidez ante el alud de informaciones que alertan de estafas y subidas de precio previas para simular que luego bajan. Hay ahorros que agujerean el mantel, se dice. En realidad no se dice mucho y se utiliza más la expresión castellana, pero si la tienes presente, cuando sientes que algo está deoferta ya empiezas a desconfiarte. ¿Dónde está la trampa?, te preguntas. Y eso que todo el mundo tiene personas a su alrededor, más o menos cercanas, que encuentran unas ofertas excepcionales y parece que la vida les sale mucho más barata que al resto. Viven en un Black Friday permanente y lo exhiben con orgullo. Demasiado, a veces. Pero en esta sociedad de consumo es normal mostrar los trofeos de esta manera, sin pudor, como una victoria en el sistema y como un gol que nos han hecho al resto: tú lo has pagado a 100 y yo a 10. ¡Pam! A los cazadores de ofertas no les discutes su triunfo. Sólo tienes la posibilidad de creértelos o no. Porque nunca miramos sus cuentas bancarias, que la gente es muy celosa a la hora de hablar de su dinero. El alarde tiene un límite. Pero éste es un tema para otro día. La cuestión es que de esas pequeñas victorias relacionadas con el ahorro vive la clase media, y las no tan medias. De eso y de pagar por hacer publicidad de las marcas porque, en realidad, lo que pagas es el estatus que ellas te dan. Y las marcas felices, tú dirás, de tener ejércitos de personas caminando por todo el mundo con sus logos estampados en el pecho. Pero ese tema también es para otro día. Parece que esté de oferta, yo también.

La cuestión es que los datos nos dicen que los intentos de fraude a través de correos electrónicos aumentaron más del 200% en el Black Friday de 2023 respecto al año anterior. Y la tendencia no está mejorando este año. Sólo por los ladrones. La Agencia de Ciberseguridad de Catalunya alerta de cómo se frota las manos la ciberdelincuencia por estas fechas. Todo esto no ayuda a generar confianza, sino todo lo contrario, aunque el nombre del día tampoco es nada atractivo. Ahora de los días, porque Black Friday también cae en lunes o martes. Todo para importar otra idea de EEUU, no sea que nos perdiéramos ninguna de sus tradiciones. O aumentar nuestro vocabulario en inglés. Si perdemos el catalán, al menos que sea por algo útil. ¡Este también es tema para otro día, coi! O... damn!

Cada vez, sea la época del año que sea, hace más manía responder una llamada telefónica de un número que no conoces, hablar con máquinas para realizar gestiones o poner tus datos en el ordenador. Da la sensación de que vivimos varias distopías a la vez y que ir de compras a una tienda de toda la vida sea como hacer un viaje a través del tiempo. Queremos cobrar un sueldo digno, pero pagar muy poco por el trabajo que realizan los demás. No sé si este diario hace Black Friday, pero hay gente que encuentra mal tener que pagar por leerlo. Es curioso porque antes la mayoría de la gente no robaba los periódicos del quiosco, los compraba. Tampoco les parecerá bien que para hacer nuestro trabajo cobramos. Normal, mucha gente la hace gratis. Bien, la nuestra no, la suya. Y sí, sí, ya veo que estoy abriendo otra frente. Me acabo de estampar.

La vida analógica no era más feliz. Era analógica. No la tenías guardada en un disco duro. Los estafadores, los fraudes, las ofertas, la confianza, el desconcierto y la burocracia también existían en esa época. Black Friday, no. Pero entonces se estudiaba el francés.

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